Eric Schmidt, antiguo CEO de Google, se convirtió en una de las personas más ricas de Estados Unidos (EU) al especializarse en ingeniería de software. Este hombre de 67 años cree que el próximo gran acontecimiento es la “bioeconomía”, no el internet.
Esta etiqueta multifuncional describe “el uso de procesos biológicos para aprovechar las cosas que consumimos y fabricamos... los avances en biología molecular más los avances en inteligencia artificial nos permiten hacer nuevas técnicas y cultivar nuevas cosas”, dice Schmidt.
Algunas innovaciones que esta economía podría incluir: nuevos plásticos que se degradan de forma natural sin contaminar el agua, cemento “biológicamente neutro” que no daña el medio ambiente y mi favorito: vajilla compostable como los tenedores comestibles. Dicho de otro modo, la bioeconomía se basa en cosas que se cultivan mediante la biología sintética.
“Las moléculas se pueden reprogramar del mismo modo que reprogramamos los microchips”, dijo Walter Isaacson, exeditor de la revista Time. Para él la biología sintética tiene sus raíces en una “revolución de la información”, que comenzó cuando se secuenció el genoma humano.
Pero hay un inconveniente, los científicos llevan décadas proclamando una revolución de la biociencia. Y aunque los inversionistas han invertido en el sector, pocas de estas ideas innovadoras han generado productos escalables que cambien nuestras vidas.
De hecho, los inversores han huido del sector, a medida que se desacelera la economía mundial. En el último año, el valor empresarial de la biociencia cayó más de 70 por ciento desde su máximo de 2021.
A pesar de los obstáculos, tanto Schmidt como Isaacson insisten en que la revolución está lista para acelerarse. Esto se debe, en parte, a los avances de la ciencia que se han visto favorecidos por la aplicación de la inteligencia artificial.
Además, está la geopolítica. Actualmente, China va a la cabeza en el campo de la biociencia. Eso crea una presión cada vez mayor para que EU responda. Una fundación de Schmidt calcula que el sector podría crecer hasta los 4 mil mdd en la próxima década. “Vamos a tener más unicornios y compañías de un billón de dólares en esta bioeconomía”, insiste.
srgs