Los 20 expertos legales y de gobernanza que pagó Facebook para emitir juicios “independientes” sobre su comportamiento a menudo controvertido demostraron que tienen algo de fuerza en su primer fallo importante.
Cuando Facebook le preguntó si era correcto bloquear a Donald Trump de sus plataformas después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, la junta de supervisión apoyó la prohibición. Sus miembros estuvieron de acuerdo en que el ex presidente había violado las reglas de la red social al elogiar a las personas involucradas en actos de violencia y crear “un ambiente donde era posible un grave riesgo de violencia”.
Pero la junta —un organismo al estilo de la Corte Suprema nombrado en 2020— también miró con desprecio a Facebook por inventar una nueva sanción para Trump en forma de prohibición indefinida y por la falta de debido proceso en torno a sus decisiones sobre moderación. Le devolvió la papa caliente a la compañía para que decidiera cuándo y cómo permitir que Trump regresara.
“Al aplicar una sanción vaga y sin estándares y luego remitir este caso a la junta para que lo resuelva, Facebook busca eludir sus responsabilidades”, señaló la junta, y cuestionó la legitimidad del caso en sí. “La junta rechaza la solicitud de Facebook e insiste en que Facebook solicite y aplique una sanción definida”.
“No pueden inventar nuevas reglas no escritas cuando les conviene”, dijo Helle Thorning-Schmidt, ex primera ministra danesa y miembro de la junta.
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La creación de la junta se produjo después de que Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, decidió que la red social no debe ser el “árbitro de la verdad”, sobre “todo lo que la gente dice en línea”. En vez de eso, la compañía externalizó sus preguntas más difíciles sobre qué eliminar y qué dejar.
Nate Persily, profesor de la Escuela de Derecho de Stanford, dijo que la junta de supervisión era la mejor solución fuera de la intervención del gobierno. “Facebook asumió la carga de este experimento”, dijo.
En una entrevista en la conferencia Global Boardroom de Financial Times el miércoles, Nick Clegg, vicepresidente de asuntos y comunicaciones globales de Facebook, reconoció que la junta “hizo críticas bastante tajantes de los estándares, las políticas y la proporcionalidad” que rodean la decisión de prohibir a Trump.
Se negó a responder directamente a las críticas, pero dijo que la compañía “ahora va a ir y va a considerar cómo podemos evolucionar nuestro enfoque” y espera hacerlo “considerablemente más rápido” que el plazo de seis meses que estableció la junta. “No es una respuesta perfecta, pero es la mejor respuesta que podemos encontrar en un mundo imperfecto”, agregó.
Pero la decisión completa de la junta también reveló los límites de su poder mientras presionaba en contra del modelo de negocio de Facebook.
La junta indicó que Facebook se negó a responder siete preguntas que hizo y solo dio respuestas parciales a otras dos. Entre estas se incluyeron cómo el feed de noticias de Facebook afectó la cantidad de personas que vieron las publicaciones de Trump y si Facebook había considerado cambiar la forma en que su feed amplificaba o reducía las publicaciones polémicas a raíz del asalto al Capitolio de EU el 6 de enero.
Facebook tampoco quiso discutir si los seguidores de las cuentas de Trump también habían violado sus reglas o si algún político había respaldado a la compañía por la suspensión de las cuentas de Trump.
Jesse Lehrich, del grupo activista Accountable Tech, dijo que Facebook “probablemente no quería que la junta fuera tan molesta” y que hizo “un buen trabajo al limitarla” al retener información.
Si bien el fallo de la junta de que Facebook debe tomar una decisión sobre Trump en un plazo de seis meses es vinculante, sus recomendaciones sobre otras políticas que la firma debe promulgar no lo son. Es probable que muchas de sus recomendaciones incomoden a la compañía.
La compañía ha enfrentado acusaciones, que niega, de consentir tanto a la izquierda como a la derecha, e inquietudes de que sus cabilderos de derecha de Washington, como Joel Kaplan, vicepresidente de política pública global de Facebook, hayan estado involucrados en decisiones de moderación.
Evelyn Douek, profesora de la Escuela de Derecho de Harvard, describió la decisión de Trump como “sustanciosa y educativa”, pero agregó que la junta “se negó a dar a Facebook una guía concreta sobre lo que debe hacer en el futuro”. Dejó muchas, muchas preguntas sin respuesta y ambiguas”.