En el escritorio frente a mí tengo un cartucho en su empaque de 25 años de antigüedad del juego de Nintendo Super Mario 64. Adorado por las horas de alegría que generó, es uno de apenas 11 millones de copias que fueron producidas en 1996.
Además de ser un artefacto realmente seminal de la historia de los videojuegos, este cartucho japonés clásico de plástico y silicio (la etiqueta un poco manchada con mostaza) palpita con valor sentimental. Se compró, junto con la consola de Nintendo 64, con mi primer cheque de arduo trabajo después de que llegué a Tokio. Lo conservé como una reliquia nostálgica de una época feliz. No me desprendería de él por nada, ¿o sí?
El videojuego está fuera de su empaque por primera vez en décadas, no para jugar con él, sino para ayudar a poner en claro mi mente el hecho de que hace unas semanas atrás alguien pagó 1.56 millones de dólares (mdd) por algo muy parecido. Pero evidentemente menos manchado por la adoración, el contacto humano con el tiempo o la mostaza.
De repente, los áticos de todo el mundo son asaltados por buscadores de tesoros con pensamientos similares. La búsqueda, entre cientos de millones de videojuegos que hace mucho tiempo se sacaron de sus empaques, se jugaron y se volvieron a envolver, es por los que siguen sin salir del empaque.
El dinero que pagó un postor anónimo por una copia impecable y nunca abierta de Super Mario 64, en una venta del especialista de artículos coleccionables Heritage Auctions rompió el récord de un videojuego. Y ese récord, que apenas se estableció unos días antes, fue el de la venta de una rara copia de 1987 de The Legend of Zelda de Nintendo por 870 mil dólares. Nunca se esperó que el juego de Super Mario 64 recaudara mucho más de 100 mil dólares, e incluso la subastadora tuvo problemas para ocultar su sorpresa cuando se rompió el techo de 1 millón de dólares.
Lo dice...“Los juegos retro están en una especie de burbuja, del tipo de precios especulativos que se disparan y que parecen impulsados por el estímulo global”
Para el momento en que lo hizo, la subasta de tres días de juegos clásicos, que Heritage Auctions dice que es la primera en su tipo, alcanzó un total de ventas de - Tendencias - Los videojuegos vintage se convirtieron en grandes inversiones 8.47 mdd, lo que provocó que muchos analistas se preguntaran qué estaba pasando. Pero, ¿exactamente qué?
La opinión polémica es que en un mundo de cosas extrañas, los juegos retro están en una especie de burbuja, del tipo de precios especulativos que se disparan y que parecen impulsados por el estímulo global y la expansión monetaria relacionadas con el covid-19, y que recientemente inflaron las clases de activos que van desde acciones inmobiliarias y de pequeña capitalización hasta cálculos biliares medicinales de vaca a collages de tokens digitales no fungibles (NTF) de 69 millones de dólares. La era actual de los mercados financieros ya se siente tan extraña que el hecho de descubrir que alguien pagará 1.5 mdd por un videojuego, que nunca jugará y solamente por su condición impecable, realmente no debería sorprender.
Con todo eso, la inflación de precios de los juegos antiguos bien puede tener algún camino por recorrer. Al igual que con el vino, el arte, las monedas raras y otros activos que siempre atraen a los coleccionistas puros, el mercado de videojuegos clásicos ahora podría encontrarse en el lugar dulce donde la demanda de un mercado “natural” de aficionados se amplifica por la entrada de dinero que ve a los objetivos simplemente en términos de inversión, acumulación de valor y utilidades potenciales.
¿Por qué ahora? La pista fundamental aquí no es la macroeconomía, sino la forma en que la calidad prístina del juego de Super Mario 64 de 1.56 millones de dólares se atribuyó y certificó. El juego que rompió récords, dijo Heritage Auctions, obtuvo una calificación de 9.8 A ++ en la escala Wata, de hecho, la calificación más alta posible. (A++ se reserva para juegos que siguen cerrados como lo estaban cuando salieron de la fábrica. Esta es “la mejor condición que uno podría esperar ver en un sello”, señala Wata).
El sistema de calificación de Wata es por mucho el factor decisivo. En 2018, una compañía con sede en Denver, Colorado, estableció un sistema estandarizado para certificar y calificar qué tan raro es uno de los juegos clásicos, creando de un plumazo el tipo de calificación de calidad y garantías que se requieren para que el dinero de inversión se sienta seguro y para que el mercado de artículos coleccionables despegue adecuadamente.
Es un patrón conocido. En 1986, la creación del Servicio Profesional de Clasificación de Monedas envió a la estratósfera al mercado estadunidense de monedas coleccionables. Lo mismo ocurrió algunos años después con las tarjetas de beisbol y más tarde con los cómics. En cada ocasión se creó un estándar claro y aceptado universalmente para evaluar el activo y encapsularlo de forma segura. En cuestión de un año, el mercado de artículos coleccionables de repente se disparó de manera sostenible, lo que provocó que se rompieran nuevos récords de precios a medida que fue asentando la aceptación del estándar.
En ese sentido, la venta del Super Mario 64 por 1.56 mdd no nos dice mucho sobre el deseo de un coleccionista por un solo juego, sino más bien que todo el mercado de juegos clásicos cruzó el Rubicón técnico que hace que sea atractivo para invertir para el tipo de dinero que, de manera concebible, puede inflar la burbuja de activos. Mi copia, en gran medida por la mostaza, tal vez tenga una calificación de Wata de 5.5 cuando mucho.
srgs