En vilo, empleos verdes de EU por parques eólicos marinos

El proyecto Vineyard Wind será una primera prueba del objetivo de Biden de crear “trabajos sindicales bien remunerados” mientras se reducen las emisiones

energía eólica marina
Gregory Meyer
Nueva York /



New Bedford, Massachusetts, alguna vez fue un rico centro de la industria de energía, que enviaba barcos para cazar cachalotes, cuyo aceite iluminaba las lámparas del siglo XIX. La pequeña ciudad se encuentra ahora entre las más pobres del estado del noreste de Estados Unidos y busca un renacimiento energético, como un lugar para unir piezas para enormes complejos de energía eólica planeados en aguas oceánicas.

La Casa Blanca aprobó el martes pasado Vineyard Wind, el primer proyecto de energía eólica marina a escala comercial en EU. Ensamblar sus 64 imponentes turbinas le dará a New Bedford un impulso económico.

El proyecto también será una primera prueba del objetivo del presidente Joe Biden de crear “empleos sindicales bien remunerados” mientras se reduce a la mitad las emisiones de carbono de EU en esta década, como se comprometió en su cumbre internacional sobre el clima en abril.

Cumplir con la promesa de trabajos bien remunerados es un requisito político previo para el objetivo de Biden de un sector de energía libre de carbono para 2035. Su agenda amenaza a los trabajadores del sector de combustibles fósiles que por lo general reciben un mejor salario y están más sindicalizados que los trabajadores de la energía solar o eólica, según datos del Informe de Energía y Empleo de EU. Es probable que los cambios duraderos en la política energética necesiten apoyo en el Congreso.

El sector de la energía eólica marina será una industria nueva en EU, con filas de turbinas blancas que enviarán energía a los mercados de las costas. Biden presentó una visión para que se instalen 30 gigavatios de energía eólica marina para 2030, creando 77 mil puestos de trabajo, la misma cantidad de empleos que están conectados al sector eólico marino de Europa, donde ya están instalados 25 GW de capacidad, según la asociación comercial WindEurope.

“Hay una gran oportunidad en la energía eólica marina”, dijo Philip Jordan, vicepresidente de BW Research, que estudia el empleo en el sector de energía. “Es un creador de empleo con un gran, gran potencial”.

La mayoría de los trabajos están en la construcción, más que en la operación, de las instalaciones eólicas. Un análisis de la Universidad de Massachusetts Dartmouth del proyecto Vineyard Wind de 800 megavatios estimó que 83 por ciento de los mil 180 puestos de tiempo completo requeridos serán temporales de construcción.

Sin embargo, el número total de proyectos que ya están en trámite puede proporcionar años de trabajo de construcción, dijo Jordan. Los estados de la costa este ya aprobaron casi 12GW de compras de energía eólica marina a desarrolladores liderados por empresas europeas como Orsted, de Dinamarca; Equinor, de Noruega, y en el caso de Vineyard Wind, una filial de Iberdrola de España, y Copenhagen Infrastructure Partners, suficiente para abastecer a cerca de 4 millones de hogares. 

El costo durante la vida útil de los nuevos proyectos eólicos marinos se desplomó a medida que la industria floreció en Europa en la última década, pero se mantiene muy por encima de las plantas de energía eólica terrestre, solar a escala de servicios públicos o de ciclo combinado de gas natural, según la Administración de Información de Energía. Los estados con objetivos de carbono propios han impulsado la demanda de proyectos eólicos marinos a través de adquisiciones públicas.

Los estados consideran la energía eólica marina como algo más que una fuente de electricidad limpia. Eligieron desarrolladores que presentaban planes para contratar mano de obra sindicalizada, utilizar piezas locales y ayudar a los vecindarios pobres o contaminados.

“Una de las principales tensiones es cómo los estados equilibran el deseo de localización y la maximización de los beneficios económicos con el costo de la energía suministrada”, dijo David Purcell, director de Renewables Consulting Group.

Las empresas de servicios públicos de Massachusetts comprarán la energía de Vineyard Wind bajo los términos establecidos por una ley estatal que no contiene contratos laborales especiales. La última convocatoria de licitación de energía eólica marina del estado otorga 70 por ciento de peso al precio de la energía y 30 por ciento a los beneficios económicos, incluidas las promesas de uso de puertos como New Bedford, donde las piezas de las turbinas eólicas se van a clasificar y cargar en los buques que las trasladan mar adentro.

Nueva York adoptó un enfoque diferente, consolidando los empleos sindicales en la ley. El mes pasado, la legislatura estatal aprobó un proyecto de ley que requiere que las compañías de energía renovable firmen contratos con los sindicatos de la construcción u ofrezcan “salarios vigentes” establecidos por un punto de referencia sindical. Las empresas deben prometer no inmiscuirse en las campañas de organización sindical firmando acuerdos de “paz laboral”.

Se necesitarán años para probar su afirmación en un estado con costos de construcción históricamente altos para obras públicas. Nueva York pagará a los dos primeros proyectos una prima de 25 dólares por MW-hora por encima de los precios mayoristas.

Gina McCarthy, asesora climática de EU, habló en marzo de “enormes turbinas que en realidad se fabrican en Estados Unidos” y “barcos especiales que se necesitan para instalar estas estructuras” que se van a construir en los puertos estadunidenses. Pero el gobierno primero debe aprobar una masa crítica de proyectos marinos para que su visión se convierta en realidad.

Los principales fabricantes de turbinas, General Electric, Siemens Gamesa y Vestas, no tienen plantas eólicas marinas en EU. Las turbinas Haliade-X de más de 800 pies (244 metros) de altura seleccionadas por Vineyard Wind las fabrica GE en Francia, a pesar de tener su sede en Boston.

Con algunos rotores de turbinas más largos que una cancha de futbol, ​​el tamaño de los equipos eólicos marinos forzará la inversión en ciudades portuarias para manejar equipos demasiado grandes.

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