Hace dos décadas, Oliver Blume hizo un doctorado en Shanghái bajo la supervisión de Wan Gang, que más tarde, como ministro de Ciencia y Tecnología de China, se convirtió en la fuerza motriz detrás de la revolución de los vehículos eléctricos en el país.
Ahora, Blume, CEO de Volkswagen (VW) y Porsche, debe salvaguardar dos de los nombres de la industria automotriz más importantes de Alemania de los logros de su antiguo profesor, que dieron lugar a campeones de la industria china de vehículos eléctricos, desde el grupo automotriz BYD hasta el gigante de baterías CATL.
El principal reto al que se enfrenta Blume es cómo las compañías, con casi un siglo de antigüedad que se enorgullecen de la calidad de su hardware, se reinventan para la próxima era en la que los vehículos serán eléctricos y dependerán del software.
La semana pasada, el ejecutivo de 56 años hizo uno de sus movimientos más audaces hasta el momento, cuando Volkswagen anunció una inversión de hasta 5 mil millones de dólares (mdd) en la startup de California de vehículos eléctricos Rivian. Los dos grupos formarán una empresa conjunta para desarrollar un nuevo software y Volkswagen obtendrá acceso inmediato a la arquitectura de los vehículos eléctricos de Rivian.
“En términos de una gran transformación tecnológica, no puedes hacerlo todo solo”, dijo Blume al FT. “Debería ser una situación en la que todos salgamos ganando... nuestra motivación es acelerar la transformación del software en VW en todas las marcas de la empresa. Rivian tiene la mejor arquitectura de su clase...Volkswagen tiene la escala”.
Volkswagen, propietaria de la mayor parte de Porsche, lucha con intensas dificultades en el cambio hacia los vehículos eléctricos, justo cuando enfrenta una rápida disminución de su dominio en China y una lucha por lograr avances serios en Estados Unidos (EU).
El acuerdo con Rivian fue aclamado por los inversionistas de la compañía estadunidense como un salvavidas, algo que hizo que sus acciones subieran más de 30 por ciento, pero algunos accionistas de Volkswagen están preocupados por la magnitud de la inversión: casi la mitad del flujo neto de efectivo estimado del grupo para el año.
Sin embargo, los analistas dijeron que la medida mostraba una aceptación de que los intentos de Volkswagen de desarrollar un software no habían tenido éxito y que la compañía necesitaba buscar en otra parte para alcanzar a los fabricantes de automóviles nativos digitales, como Tesla y BYD.
Nacido en Brunswick, Alemania, a poca distancia de la sede de VW en Wolfsburgo, Blume estudió ingeniería mecánica en la universidad técnica de la ciudad, antes de incorporarse a Audi en 1994 como practicante. Durante los años siguientes, se abrió camino en el grupo VW, incluido un periodo como jefe de producción de la marca Seat en España, donde todavía tiene una casa.
Muchos de sus colegas le tienen en gran estima. Daniela Cavallo, presidenta del Comité de empresa de Volkswagen Group —el organismo que representa los intereses de los 680 mil empleados de la compañía en todo el mundo, compuesta por trabajadores electos y directivos— lo califica como un “verdadero jugador de equipo”, elogiando su “estrategia clara” y su confiabilidad.
Cuando el CEO de Porsche tomó las riendas de su empresa matriz en 2022, convirtiéndose en la única persona en dirigir dos compañías Dax 40 simultáneamente, Blume heredó el vacilante intento de Volkswagen de desarrollar un software para vehículos eléctricos en Alemania, con su filial Cariad.
“Desde la perspectiva de un inversionista, toda la solución Cariad se asoció básicamente con retrasos, fracasos, altos costos y un entorno que causó un gran revuelo dentro del mundo Volkswagen”, dijo un alto ejecutivo de un gran administrador de activos europeo. “A diferencia de su predecesor, Oliver Blume no vio las ventajas del ‘software fabricado en Wolfsburgo, en Alemania’”.
En enero, Blume también encabezó una asociación histórica con el fabricante chino de vehículos eléctricos Xpeng, para desarrollar conjuntamente una nueva generación de automóviles eléctricos, esencialmente trasladando también fuera de Alemania el desarrollo del software chino de la compañía.
“Tomado muchas decisiones importantes en el último año y medio”, dijo Blume. “Depende de nosotros combinar nuestra tradición con esta tecnología del futuro”.
La asociación con Rivian es un esfuerzo tanto para resolver el problema de desarrollo de software de la empresa, como para dar a la compañía una mayor presencia en el mercado premium de EU, donde a sus rivales Mercedes, BMW y Tesla les va mejor.
él dice...“Rivian tiene la mejor arquitectura de su clase...
Volkswagen tiene la escala”.
“Blume puede estar buscando ser el primer CEO en prestar más atención hacia América del Norte que sus predecesores”, dijo Matthias Schmidt, analista independiente del sector automotriz. “Si tiene éxito aquí, podría decirse que es un paso tan grande como cuando el exdirector general de Volkswagen, Carl Hahn (de 1982 a 1993), decidió redoblar su apuesta por China”.
La estrategia es aún más esencial dado que Volkswagen está perdiendo rápidamente participación en el mercado chino, ya que pasó de casi 20 por ciento en 2020 a 15 por ciento el año pasado, según datos de la industria.
“Necesitamos este movimiento especialmente en Norteamérica, para lograr un mejor equilibrio entre las regiones”, dijo Blume, refiriéndose a los tres principales mercados de ventas: China, Europa y América del Norte.
Su predecesor, Herbert Diess, pensó que la solución era revivir Scout, una marca estadunidense de culto de las décadas de 1960 y 1970, cuya marca VW adquirió en 2021 para llegar a EU. Blume espera que la marca para aficionados a las actividades al aire libre Rivian, cuyos SUV y camionetas pick-up, que tienen un precio inicial a partir de 80 mil dólares, pueda ser un mejor punto de entrada.
Oliver Blume es un entusiasta aficionado al tenis. Un colega y compañero de tenis le dijo al FT que Blume era un jugador metódico, que primero intercambia tres o cuatro golpes antes de llegar a un tiro ganador.
Los conocedores de la industria dicen que es diferente a los jefes anteriores de Volkswagen, quienes a través de pura fuerza de personalidad lograron ejercer su voluntad sobre las diversas facciones en Wolfsburgo.
“VW es una empresa que se nutre gracias al hombre fuerte, llena de egos imponentes y marcas sólidas”, dijo un veterano del sector automotriz, que conoce a Blume. “Oliver habla en voz baja y realmente escucha a la gente. La pregunta en Volkswagen es: ¿puede prevalecer un buen tipo? ¿Especialmente cuando tiene que tomar decisiones más difíciles que sus predecesores?”
AOL