Wall Street vislumbra el final del reinado de Intel en chips

Los problemas de la empresa comprenden su pérdida de mercado en smartphones y el desgaste por 40 años en el liderazgo de tecnología para fabricación de microprocesadores y computadoras

Los competidores han ganado terreno constantemente. Steve Marcus/Reuters
Richard Waters
Londres /

Wall Street últimamente estuvo enviando una poderosa señal sobre un acelerado cambio de liderazgo en la industria estadunidense de los chips. Si está en lo correcto, las cuatro décadas de Intel en la cima llegaron al final.

Qualcomm, que se subió a la ola del 5G, ha visto cómo su valor de mercado se disparó en la mitad desde principios de octubre, eclipsando a Intel la semana pasada. AMD, eterno rival de Intel en procesadores para computadoras personales y servidores, experimentó una recuperación similar y está a punto de superar a su némesis de tanto tiempo. 

Esto ocurre poco más de un año después de que Nvidia, cuyos chips proporcionan la computación acelerada para tareas como el aprendizaje automático, los videojuegos y el supercómputo, superó a Intel. Las acciones de Nvidia experimentaron un repunte de casi 60 por ciento desde principios de octubre, dejando su valor de mercado en unas sorprendentes cuatro veces el de Intel.

¿El desempeño de Intel en este periodo? Sus acciones perdieron más terreno, después de que el nuevo jefe, Pat Gelsinger, intentó tranquilizar a los golpeados inversores. En la primera fase de un difícil cambio de rumbo, Wall Street no quería oír las esperanzadoras proyecciones —sin un respaldo de un plan detallado— de que Intel se recuperaría para mostrar el tipo de crecimiento constante de dos dígitos que no ha visto en una década y media.

Los problemas de Intel están bien documentados: perdió el mercado de smartphones, perdió su largo liderazgo en la tecnología de fabricación de chips ante TSMC y ve cómo su dominio en los procesadores para computadoras personales y servidores empieza a erosionarse.

Pero el cambio más reciente en el sentimiento del mercado apunta a una pérdida de confianza mucho más profunda en la capacidad de la compañía para recuperar su posición. En resumen, Wall Street ya no cree que las cosas que explicaron la larga hegemonía de Intel —una amplitud de tecnología sin igual, un largo historial de excelencia operativa (hasta el reciente resbalón) y un motor financiero que empequeñece a los demás— sean suficientes para enderezar el barco.

Los largos ciclos de capital y las nuevas hojas de ruta tecnológicas del sector de los chips hacen que sea difícil recuperar la ventaja una vez que se ha quedado atrás. Gelsinger reunió un equipo directivo de mucha experiencia, pero en las circunstancias actuales Wall Street no está dispuesto a conceder el beneficio de la duda.

En cierto modo, lo más sorprendente ha sido el ascenso de AMD. Tras desvanecerse hasta los 2 mil millones de dólares (mdd) a mediados de la década pasada, su valor de mercado repuntó hasta los 190 mil mdd después de que una revisión tecnológica radical la hizo volver a ser competitiva en el mercado de los procesadores x86 creados por Intel. Mercury Research sitúa su participación de mercado en casi 25 por ciento. 

En el mercado de los centros de datos, Intel tendrá pronto un nuevo producto que puede empezar a cambiar el rumbo. Conocido como Sapphire Rapids, se trata de su primer procesador diseñado en torno a “chiplets”, o mosaicos. Esto implica ensamblar un chip a partir de una serie de componentes en lugar de formarlo a partir de una sola pieza de silicio y es el diseño que volvió poner a AMD en la contienda desde 2017.

Los puntos de referencia que muestran su rendimiento bruto todavía no se publican, pero el chip —que se prometió para principios del próximo año— puede darle una ventaja a Intel.

Es poco probable que dure mucho. AMD prometió la próxima generación de chips basados en su microarquitectura Zen para finales de año. Producidos en las plantas de fabricación más avanzadas de TSMC, incluirán más funciones en mucho menos espacio, lo que supondrá el doble de densidad que sus predecesores. Esto se traduce en más potencia de cálculo con menos energía. A menos que Intel pueda recuperar el terreno que perdió frente a TSMC en la tecnología del proceso de fabricación, será difícil competir con eso.

Por su parte, Nvidia también se apresuró a superar a Intel en el mercado de los centros de datos. Independientemente de que su controvertida adquisición de la compañía británica de diseño de chips Arm reciba el visto bueno de los reguladores, Nvidia está incorporando procesadores basados en Arm a sus productos para centros de datos. Y luego están las incursiones de AMD en el mercado de las computadoras personales y el impresionante rendimiento de las nuevas Mac de Apple desde que empezó a sustituir los procesadores de Intel por sus propios diseños de chips.

No es de extrañar que los inversores se mantengan al margen. Lo único que les espera es un debilitamiento de los márgenes de utilidad bruta y un periodo de fuertes inversiones durante al menos los próximos dos o tres años, sin que se sepa cuándo se recuperará el crecimiento.

En un mercado de valores inflado por una ola de capital barato, un antiguo (y posiblemente futuro) campeón del sector con un precio de solamente 13 veces las agotadas ganancias del próximo año y una rentabilidad por dividendo de casi 3 por ciento podría parecer una ganga. Pero hasta que Gelsinger no demuestre que Intel recuperó su encanto, es posible que no haya mucha gente haciendo fila para comprar.


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