La moneda china sufrió en junio su caída mensual más grande en su paridad con el dólar estadunidense, lo que desató la preocupación de que Pekín se prepara para usar la devaluación de la moneda como un arma en la escalada de la guerra comercial con Estados Unidos.
De 2005 hasta mediados de 2014, China intervino sistemáticamente en sus mercados de cambios de divisas para debilitar el valor del yuan, lo que generó acusaciones de que Pekín buscaba una ventaja competitiva injusta para sus exportadores.
El presidente estadunidense Donald Trump revivió esas acusaciones durante su campaña de 2016, a pesar del hecho de que China había cambiado hacia una política de respaldo al yuan para evitar la fuga de capitales.
Pero en junio el yuan se debilitó 3.3 por ciento en su paridad con el dólar, la peor caída en un mes desde que China estableció su mercado de divisas en 1994. Los analistas dicen que hasta el momento el movimiento parece que se debe más a las fuerzas del mercado que a un acto de guerra de divisas. Aún así, advierten que la continua debilidad puede avivar aún más las tensiones comerciales.
“En el contexto de un aumento de fricciones económicas y comerciales entre los dos países, los movimientos en el tipo de cambio toman un significado simbólico aún mayor que en tiempos normales”, dijo Eswar Prasad, profesor de economía de la Universidad de Cornell y ex director de la división de China del Fondo Monetario Internacional (FMI).
“La depreciación del yuan en su paridad con el dólar puede funcionar como una prueba de Rorschach. Puede considerarse una señal de un tipo de cambio que determina más el mercado o un intento de Pekín para enviar un mensaje a Washington sobre otra herramienta en su arsenal en una guerra comercial”.
El yuan fue una isla de fuerza a principios de este año, incluso cuando el dólar se fortaleció en su paridad con el euro y muchas monedas de los mercados emergentes. Las recientes caídas se deben en parte al efecto de recuperación de terreno, dijeron los analistas.
A finales de 2015, el banco central de China anunció que comenzaría a apuntar hacia la estabilidad del yuan frente a una canasta más general de monedas mundiales, alejándose de una vinculación estrecha con el dólar. Esa política implica que el yuan debe debilitarse junto con otras monedas en periodos de una fortaleza general del dólar.
“Por ahora, es relativamente fácil explicar la razón del movimiento del yuan en el contexto de los esfuerzo de China para manejar su moneda frente a esa canasta”, dijo Brad Setser, ex subsecretario adjunto del Tesoro de Estados Unidos para economía internacional y alto miembro del Consejo de Relaciones Exteriores.
“Pero si comienza a parecer como un esfuerzo consciente para una depreciación significativa y así compensar el impacto de los aranceles, hay una mayor posibilidad de que esto llame la atención”.
La caída de 1.9 por ciento del yuan que se registró la semana pasada fue el segundo mayor descenso semanal, solo detrás del que ocurrió a mediados de agosto de 2015, cuando el Banco Popular de China sacudió los mercados globales al anunciar un cambio repentino de políticas que desató una depreciación de 2.8 por ciento en una sola semana.
Pero la reacción del mercado a la actual debilidad del yuan ha sido más moderada, a pesar de que —al igual que en 2015— el descenso del valor del yuan coincidió con una venta masiva en los mercados bursátiles de China continental. El Shanghái Composite Index cayó 8 por ciento en junio en medio de las señales de una desaceleración económica en China.
Bo Zhuang, jefe economista para China del grupo de investigación TS Lombard, dijo que Pekín probablemente permitió una depreciación táctica para enviar una señal a Washington, pero que una devaluación profunda puede ser contraproducente para China.
“Muchos participantes del mercado especulan... que China puede utilizar como arma al yuan, optando por una devaluación para compensar el impacto de los aranceles de Estados Unidos. No estamos de acuerdo, aunque los responsables de las políticas ahora consideran la posibilidad de una devaluación como una opción”, dijo Bo.
El Banco Popular de China gastó aproximadamente un billón de dólares de sus reservas extranjeras en 2015-16 con el fin de combatir las expectativas del mercado de una depreciación. Reanudar esas expectativas ahora puede conllevar grandes riesgos, advirtió Bo.
“Cualquier beneficio gracias a una devaluación del yuan debe ser superado por las consecuencias negativas: la fuga acelerada de capitales, la restricción de la liquidez a nivel interno y la posibilidad de un mayor estrés de crédito”, dijo.