En el mundo de las inversiones no puedes dejarte guiar por tus emociones o presentimientos, el ser racional y estar informado es clave para tener números verdes en este negocio, por lo que necesitas saber cuáles son los cinco sesgos conductuales que pueden generarte riesgo o pérdidas.
La operadora de fondos de inversión, Franklin Templeton, señaló que existen al menos cinco sesgos que deprecian la cartera de un inversionista sin experiencia o sin control de emociones.
El primero es el “sesgo de la manada”, una tendencia que imita el comportamiento de un grupo más grande sin importar si este es racional o irracional, lo que orilla a tomar una decisión basada en la “sabiduría” de los demás y aumenta la probabilidad de tener pérdidas.
Después está el “sesgo de exceso de confianza”, en este se sobreestiman los conocimientos, habilidades y las aptitudes, lo que genera una serie de riesgos excesivos y sin fundamentos a la hora de invertir.
Otra equivocación es el “sesgo de representatividad”, donde los prejuicios y estereotipos tienen un papel importante en la toma de decisiones, como cuando se compran acciones sobrevaloradas porque se piensa que seguirán aumentando de precio.
También está el “sesgo de disponibilidad”, en este utiliza la información más reciente y dramática para tomar una decisión, por lo que el pensamiento está influenciado y no se puede diferenciar entre una exageración y algo real.
Y por último está el “sesgo de anclaje”, donde se confía demasiado en una primera información, lo que influye en las decisiones a pesar de que los datos no sean confiables, correctos o estén actualizados.
Las inversiones requieren de un pensamiento racional antes de tomar decisiones, por lo que es necesario tomarse un momento para procesar la información y así decidir con base en fundamentos lo mejor para ti.
Pero también existen técnicas para controlar este tipo de impulsos, una es la “inversión sistemática”, la cual se basa en invertir cantidades fijas a intervalos regulares.
Otra es la “inversión basada en objetivos”, en la que se fijan metas y restricciones para no tomar decisiones irracionales.
Y por último la “asignación de activos”, donde se distribuyen las inversiones en diferentes recursos para reducir los riesgos de pérdida.
Aunque otra forma de evitar sesgos es contar con un asesor financiero que guíe las decisiones.
MAT