“Ojalá nos agarren confesados, porque las últimas dos revisiones comerciales con Estados Unidos han sido muy perjudiciales para la industria mexicana del azúcar”, comenta Alberto Santos Boesch, industrial del ramo.
“Nos han bajado la cuota que podemos exportar, mientras que a la alta fructosa que entra de Estados Unidos y que desplaza al azúcar mexicana no la han tocado, no le han quitado ni un kilo”, añade en entrevista en las oficinas de Ingenios Santos de San Pedro Garza García, Nuevo León.
“En la última revisión, aparte de bajar la cantidad de azúcar a la que teníamos acceso en el mercado de EU, también nos hicieron reducir la calidad, algo realmente incongruente. En un tratado comercial buscas los mejores productos de los países que están intercambiando bienes, y aquí nos hicieron vender no el azúcar refinada, que es producto final, sino la cruda, para conveniencia de los productores de EU”.
¿Cómo opera el desplazamiento del azúcar mexicana?
Principalmente en la industria refresquera. Nos ha dejado muy mal sabor de boca estas negociaciones porque han afectado a la industria y nos han hecho, incluso, cambiar procesos dentro de los ingenios para producir azúcar de menor calidad y cumplir con el nuevo acuerdo que se firmó con EU. En algún momento hubo una política espejo donde un kilo de fructosa entraba y uno de azúcar salía de México. Yo sí estaría preocupado con una nueva negociación, pues no hemos podido o no han podido negociar justa y correctamente lo que debe ser. A la fructosa no se le ha querido hacer nada: entra libremente a México y estamos en una desventaja fuerte porque es un producto que viene de un maíz subsidiado por el gobierno de EU.
¿Qué se espera del actual gobierno?
Esperemos que se negocie con una diferente visión, con ganas de defender la industria nacional y no la industria maicera estadunidense.
¿Hay posibilidad de rescatar a la industria azucarera?
Claro. Yo abogaría porque se dé un trato justo, de equidad, donde la industria no se vea afectada por otra que está siendo beneficiada, que es la industria maicera de Estados Unidos. Nuestros gobernantes deben abogar por la industria mexicana y por toda la cadena que representa.
¿De qué tamaño es la cadena?
De alrededor de dos y medio millones de personas. Es un producto, además, que ha sido fuente de energía y al final es gasolina para el cuerpo, a pesar de la satanización que han hecho del azúcar cuando realmente están hablando de fructosa. El azúcar es una gasolina para el cuerpo. La fructosa se va directamente al hígado y produce grasa. En EU, en los años ochenta, el azúcar resultaba muy cara y decidieron conjuntamente las dos grandes embotelladoras cambiarla por la alta fructosa de maíz, que era mucho más barata. Desde entonces la industria norteamericana es su principal usuario y coincidentemente han subido la obesidad y diabetes.
Y Fox expropió ingenios...
Sí, expropió 27 ingenios en 2001. Las razones nunca las conocimos al ciento por ciento; hay muchas versiones, había un par de grupos que estaban en problemas financieros. Fox quería producir un rescate, curiosamente esos grupos estaban relacionados con Pepsi y él había trabajado en Coca-Cola gran parte de su vida. Obviamente se iba a ver muy mal un presidente, que venía de Coca-Cola, expropiando ingenios de los refresqueros de Pepsi. Ahí tuvimos mala suerte y nos metieron a nosotros y a Tere Machado en la ecuación para disimular y decir que era una expropiación a varios grupos. Vale la pena decir que no fue a todos. Fuimos solo cuatro grupos, 27 ingenios de cuatro grupos, fue todo. Una expropiación sería a toda la industria, si estaba en riesgo.
¿Cómo reaccionó la IP?
Fue muy decepcionante que nadie, ninguna organización, inclusive la cámara azucarera, nos defendió. Y éramos parte de la cámara porque aglutina a los industriales azucareros. No solo eso, sino que avaló la expropiación, la aplaudió, declaró que era una gran medida para poner orden en el sector, sin saber que ellos podían ser los que seguían. En cuestión de principios, realmente fallaron. Y de verdad que fue un momento muy difícil, porque estábamos peleando solos, los “compañeros” no estaban de nuestro lado. Decidimos dar la batalla por la vía legal.
¿Y el resto de la industria azucarera?
El resto... siguió operando. El gobierno tomó nuestros ingenios y se pasó operándolos alrededor de seis años, muy buenos para la industria azucarera porque Fox, precisamente después de la expropiación, puso un impuesto especial a la fructosa. Obviamente se vieron beneficiados los ingenios. El presidente salía diciendo: “Nosotros sí manejamos bien los ingenios, los que expropiamos no”. A ver, si a nosotros nos hubiera puesto el gravamen a la fructosa, lo hubiéramos hecho mucho mejor.
La verdad es que no hubo el gran apoyo que hubiéramos esperado (de los empresarios del país). Muchos sí estaban sorprendidos, hablaban para decir lo desafortunado que había sido todo pero... que tuviéramos un frente de empresarios que se aventaran a reclamar o a discutir esta acción, de eso no hubo nada.
“Por cierto, cuando nos devolvieron los ingenios, quitaron el impuesto a la fructosa”, concluyó.