En algún momento del próximo año, Evo Morales, presidente de Bolivia, podría tener que sentarse con Jair Bolsonaro, el presidente electo de Brasil para negociar un nuevo acuerdo para la venta, de gas natural.
Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, es un líder que sigue el ejemplo del fallecido líder cubano Fidel Castro y de Hugo Chávez de Venezuela, y considera a Trump como un tirano imperialista. Mientras que Bolsonaro, quien el mes pasado resultó electo como el nuevo presidente de Brasil, es un cristiano conservador y exoficial militar que considera a Trump como “un gran aliado”.
El asunto que está en juego es la renovación del contrato de 20 años de venta de gas de Bolivia a Brasil, que llega a su vencimiento a finales del próximo año. Es el acuerdo de exportación más importante de Bolivia, que canaliza alrededor de la mitad de su gas para el país vecino. Ambas partes quieren renegociar condiciones más favorables.
El gas es una fuente de tensión entre los dos países. En 2006, Brasil amenazó con llevar a Bolivia a los tribunales por los aumentos de precios previstos. Morales al final logró un acuerdo con su amigo, y entonces presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Pero lograr un acuerdo con Bolsonaro tal vez no sea tan fácil.
“Va a ser muy complejo”, dice Gonzalo Chávez, economista de la Universidad Católica de la Paz, quien agregó que Brasil es menos dependiente del gas boliviano de lo que era antes y que es probable que juegue rudo.
El tema es más que un dolor de cabeza para Morales, cuya popularidad en Bolivia cayó y donde su modelo económico se ve cada vez menos sostenible. Uno de los últimos sobreviviente de la “marea rosa” de izquierda que surgió con Hugo Chávez en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador, ya debería haberse retirado del poder: la Constitución que aprobó en 2009, limita al presidente a dos mandatos consecutivos.
Pero en 2016, realizó un referéndum para cambiar esa regla y perdió. Sin intimidarse, acudió al Tribunal Supremo de la Nación, y afirmó que se infringieron sus derechos humanos. El tribunal, favorable al gobierno, autorizó a Morales para que busque su cuarto mandato consecutivo en las elecciones del próximo año.
El Dato.3,400
dólares es el pib per cápita de Bolivia
“Bolivia tal vez todavía no es Nicaragua, ni Venezuela, pero Morales, sin duda sigue los pasos de Correa y Maduro”, dice Centa B Rek, abogada de Human Rights Foundation en Nueva York.
Bajo el mandato de Morales, la pobreza, el analfabetismo y la desigualdad cayeron, aunque Bolivia se mantiene como el país más pobre de Sudamérica con un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de solo 3,400 dólares al año.
La economía creció un promedio de 4.9% —muy por encima del promedio de América Latina—, lo que llevó a algunos a aclamar las “Evonomics” como el único ejemplo brillante de socialismo exitoso en la región.
Pero las Evonomics se ven inestables. Los superciclos de las materias primas, que canalizaron 60,000 millones de dólares (mdd) a las arcas de Bolivia entre 2005 y 2015 por las ventas de petróleo y gas, se terminaron, y los ingresos por exportaciones cayeron un tercio en cinco años.
Las importaciones aumentaron durante el mismo periodo. “Puedes ir a cualquier mercado en La Paz y verás al socialismo boliviano en acción”, dice Chávez. “Importamos cebollas, papas y todo tipo de cosas que no solíamos importar jamás, muchas de ellas ilegalmente”.
Mientras que el país tuvo un superávit fiscal durante ocho años consecutivos hasta 2014, el año pasado acumuló un déficit de 7.8% del PIB. El saldo de la cuenta corriente pasó de un superávit de 8.3% en 2012 a un déficit de 6.3% en 2017.
Torino Capital, un banco de inversión, dice que consideraba que “un duro aterrizaje es casi inevitable” para la economía boliviana. “El país debería experimentar tarde o temprano una crisis clásica de balanza de pagos”.
La próxima gran prueba de Morales vendrá en las elecciones primarias en enero. La oposición está notablemente dividida, pero podría unirse en la campaña de Carlos Mera, presidente de 2003 a 2005. Las encuestas sugieren que podría derrotar a Morales en las elecciones que probablemente se celebrarán en octubre próximo.
Con Castro y Chávez muertos; da Silva, Correa y la argentina Cristina Fernández de Kirchner luchando contra las acusaciones de corrupción, y Ortega y Maduro acorralados, Morales parece una figura cada vez más aislada en una América Latina que se inclina hacia la derecha.
En el nuevo orden regional, Jair Bolsonaro parece estar en ascenso, como bien se podría demostrar en las negociaciones sobre el gas del próximo año.