Economista de formación, María Elena Estavillo Flores (Torreón, Coahuila) es comisionada del Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel), organismo por cuyo pleno solo han pasado dos mujeres (Sofía Labardini y ella), y que comparte con seis hombres.
Estavillo, quien en su momento compitió con otras 600 personas por el cargo, está próxima a concluir su estadía en el instituto el próximo 28 de febrero.
Detrás de quien en 2016 fue distinguida por la publicación Global Competition Review como una de las 100 mujeres en la Competencia en el mundo (100 Women in Antitrust) hay una activa promotora de la equidad de género que posee la sensible escritura poética y una poderosa voz mezzosoprano que canta y transmite mucho más que arias operísticas.
¿Cómo es la experiencia en una industria donde predominan los hombres?
Mientras más masculinizada está una industria es más común que en los sistemas de trabajo se sigan incorporando prácticas que no son muy amigables con las mujeres, eso genera techos de cristal y suelos pegajosos para la inclusión de género. En esta industria una de cada siete personas es mujer y nos tenemos que adaptar. Lo que hay que buscar es crear conciencia de estos mecanismos y hacer las organizaciones más amigables con las mujeres. A veces uno no lo quiere ver y piensa que el mundo ya cambió... En el sector de Telecomunicaciones la participación de mujeres es muy baja. Me voy del Ifetel con muchas satisfacciones, pero también con muchos retos.
¿A tu salida de Ifetel, el nuevo integrante será un hombre?
Estoy muy triste por esa situación, debido a que en la lista que se integró de aspirantes a comisionados hay cuatro hombres y no hay posibilidad de tener a una mujer en esta ocasión. Me parece que es una situación que refleja el descuido del tema durante muchos años. Si no se empieza desde la cabeza es muy difícil que se vaya incluyendo hacia abajo; hay muchos sesgos inconscientes que van creando dinámicas de trabajo tradicionales en donde todavía hay poca cabida para las mujeres.
¿Puede ejemplificar una de esas dinámicas de trabajos tradicionales?
Para mí es muy clara. En muchas oficinas es muy natural ver que hay boleros entrando a las oficinas mientras hay reuniones de trabajo o mientras se están hablando temas de la oficina. Yo les pregunto: “¿Veríamos igual de natural si vinieran a hacernos el manicura mientras estamos en una junta de trabajo?” Porque yo no veo cuál es la diferencia. Estoy muy consciente que hay normas no escritas por y solo para hombres.
¿Cómo balancea una vida laboralmente activa con el ámbito personal?
Hay que adaptarnos a lo que podamos siempre y cuando no nos implique costos en nuestra vida personal. Siempre es importante tener un equilibrio en la vida. En mi caso, cuento con una pareja que me ha apoyado toda la vida y entre ambos repartimos las labores familiares; siempre he sido una mamá muy presente, desde ser la presidenta en la asociación de la escuela de mis hijos hasta coach para una competencia de tecnología. Es importante saber hasta dónde está ese límite y defender ese espacio privado, ahí creo que los hombres la tienen más difícil porque está muy normalizado que entreguen su vida al trabajo.
¿Cuál es el siguiente paso en su carrera profesional?
Me tomaré unas vacaciones y definiré qué es lo que sigue, tengo muchos intereses. Me encanta el sector público, tengo una vocación por el trabajo de política pública, pero eso no quiere decir que me cierre a otras opciones como la académica, en donde siempre he dado clases. Me voy a poner a escribir, me gusta y esta va a ser una buena oportunidad. Ya tengo algunos planes de libros que he estado delineando: uno de poesía para niños, otro de economía, uno de liderazgo y otro más sobre la competencia económica en las telecomunicaciones.
¿Cómo compagina su pasión artística con su formación académica?
Son complementarias el lado artístico y técnico. El punto intermedio entre la economía, la música y la poesía son las matemáticas. La música y las métricas de un poema son matemáticas. La poesía implica una escritura muy íntima. Para escribir y publicar poesía hay que tener la piel muy dura por todos las críticas que van a venir.
¿Cuáles son sus poetas predilectos?
Disfruto mucho la poesía de José Carlos Becerra, Efraín Huerta y Guillaume Apollinaire.
¿Qué está leyendo?
Armas de destrucción matemática, de Cathy O’Neil.