La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) puso en marcha este año una estrategia no vista en muchos años: inmovilizar marcas y multar a las empresas que engañan a los mexicanos con productos de mala calidad.
Desde su creación realiza estudios de laboratorio para verificar la calidad de los productos que las marcas exhiben en los medios y en sus etiquetas. Sin embargo, fue hasta esta administración que comenzaron de manera sistemática las sanciones que pegan al bolsillo de las compañías.
En 2019 el organismo realizó estudios a productos como atún y denunció que la marca Aurrera mentía, pues su presentación contenía hasta 62 por ciento de soya. Lo mismo ocurrió con los artículos que se anunciaban como leche, pero que al final resultaron ser solo bebidas vegetales.
“Este año se han realizado 24 estudios de laboratorio; se inmovilizaron 12 mil 78 productos y se aplicaron 46 sanciones a diferentes marcas”, informó la Profeco a MILENIO.
"Esto ha generado sanciones o multas por 5 millones 921 mil 998 pesos, aunque hay procesos que aún no terminan y pueden llevar varios meses hasta su conclusión", añadió la dependencia.
En su análisis al segmento de aguas alcalinas, la Profeco identificó aquellas que incumplieron con lo que señalaban en sus etiquetas, como la marca Zoé; en tanto, otra denominada Four Loko usaba alcohol barato en su elaboración.
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La carne para hamburguesa fue otro caso paradigmático del abuso que enfrenta el consumidor mexicano. En este caso la Profeco descubrió que la marca Del Día ofrece un producto que contiene un alto porcentaje de pellejo de pollo y una mínima porción de carne.
También analizó productos hechos a base de jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, usado en la elaboración de una buena cantidad de alimentos. En altas concentraciones, esas sustancias pueden ser dañinas para la salud.
Entre las recientes revisiones que llevó a cabo la procuraduría destacan las bebidas lácteas fermentadas y un análisis de las cremas comestibles. En este último caso el engaño se consuma cuando se anuncia que el producto contiene grasa animal y en realidad está elaborado con grasa vegetal.
“Lo que hemos hecho en este primer año de la cuarta transformación no es aumentar el número de pruebas ni poner a trabajar más el laboratorio", afirmó el titular de la Profeco, Ricardo Sheffield Padilla.
"Pensamos que no debe haber resultados de pruebas que sean inconsecuentes. Es decir, si yo descubro que una marca utiliza mas soya que atún no puedo solo informarlo al consumidor, hay que sancionarlo".
“Lo mismo ocurre si encuentro que una hamburguesa está elaborada con pellejo de pollo en lugar de carne. No podemos dejar el asunto ahí, debe haber consecuencias legales. Hay que vigilar el mercado y aplicar sanciones a las empresas responsables.
"Eso es lo que no se estaba haciendo, simplemente se limitaban a publicar el resultado en la Revista del consumidor. Eso no lo podemos hacer ya, porque somos una procuraduría".
En entrevista con MILENIO, Sheffield Padilla recuerda que en el caso del atún enfrentaron una situación singular, pues la Norma Oficial Mexicana permitía hasta 99 por ciento de soya en ese producto.
“No había nada que sancionar. Entonces promovimos que se cambiara la NOM para el atún y ya está en marcha”.
Antonio Suárez Gutiérrez, director de Grupo Marítimo Industrial que agrupa a marcas como el atún Tuny, señaló a MILENIO que la investigación de Profeco no afectó las ventas, porque sus productos contienen solo 1 por ciento de soya y otros ni siquiera llevan ese componente.
Sin embargo, el titular de Profeco es claro: “A los que agarramos en la maroma se les castiga y lo más importante es que se retiran esos productos del mercado.
"A la mayoría de quienes cachamos en esas maromas mejor dan la instrucción de retirar el producto y reformularlo; cuando vuelve a aparecer en el mercado ya está mejorado y es lo que buscando al final: que se respete el derecho que tiene el consumidor a los artículos de calidad”, afirmó.
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El PROBLEMA DE LAS MALAS MARCAS
Lo peor que puede pasarle a un mal producto es que tenga una buena publicidad, porque una vez conocida su pésima calidad nadie volverá a consumirlo.
Cecilia Rodríguez, directora de la agencia de diseño MBLM México, parece coincidir con esta definición
“Mentir tiene una repercusión a nivel producto, porque la gente busca marcas que sean transparentes, en las que puedan confiar. En el peor de los casos, el usuario decide: deja de creer en una marca y, por tanto, ya no la consume”, aseveró.
Rodríguez es creadora de Brand Intimacy, una herramienta que ayuda a comprender cómo se conectan las marcas con las personas,
Acepta que mentir al consumidor en estos tiempos en que la gente es muy exigente expone a las marcas a perder presencia en los anaqueles, en la preferencia del público y hasta pueden desaparecer.
En contraste, señala, hay marcas que tienen un legado, que se evidencia en fidelidad que tienen los consumidores por un producto que han consumido por mucho tiempo.
"El consumidor siempre está buscando mejores productos y por eso lee las etiquetas e identifica las marcas. Lo importante es saber qué está diciendo la gente de tu marca; el consumidor está alerta y la reputación se pierde muy fácil”.
lvm