Los videojuegos son uno de los pilares de la industria del entretenimiento. Desde que surgieron en la década de los 50 de la mano de títulos como Tenis for Two, de William Higinbotham, han evolucionado a la par de la tecnología. Lo que comenzó siendo un simple juego de pasar una bolita de un lado a otro se ha sofisticado hasta niveles que entonces era difícil siquiera imaginar.
Los gráficos se han vuelto más realistas y las tramas pueden llegar a ser tan complejas como una novela, lo que les ha permitido ganarse su lugar entre el público y volverse uno de los sectores más grandes dentro de la industria del entretenimiento. En 2017 este sector alcanzó una valor de más de 104 mil millones de dólares, y se estima que cerró 2018 en 115 mil millones, de acuerdo con información de Statista.
Tan solo en Estados Unidos, cuyo mercado de medios de comunicación y entretenimiento representa aproximadamente una tercera parte del global, la industria de los videojuegos tenía en 2016 más de la mitad de la cuota en medios y entretenimiento, superando a la industria cinematográfica, de la publicación de libros y de la música grabada.
Un primer cambio al que ya se está enfrentando el sector es la entrada de los smartphones, que permitieron prescindir de una consola, una televisión, controles y videojuegos, y bastó con una app del celular en la que es posible acceder a juegos en ocasiones gratuitos y jugar sin complicaciones, algo que ha atraído a nuevos segmentos de consumidores.
De acuerdo con datos de Newzoo, se prevé que 2018 haya cerrado con el sector de juegos móviles representando más de la mitad de los ingresos del mercado global de videojuegos, y que hacia 2021 éste siga creciendo hasta alcanzar 59 por ciento de la cuota del mercado.
Algunos de los juegos con mayor éxito de este sector han sido Pokemon Go, Fortnite, Candy Crush Saga y Clash of Clans.
El siguiente nivel
El streaming es una tendencia que ya ha modificado industrias como la de la música grabada y del cine, siendo Spotify y Netflix sus principales exponentes.
En los videojuegos esta distribución bajo demanda se hizo una realidad hace unos ochos años con OnLive, un servicio que comenzó a ofrecer juegos en renta a cambio de una cuota mensual, como una especie de Netflix, que aunque inició con un catálogo limitado, poco a poco fue integrando nuevos títulos hasta llamar la suficiente atención para ser adquirida por Sony.
Este formato, también conocido como cloud gaming o juego en la nube, elimina la necesidad de contar con una consola, pues son las compañías que ofrecen los juegos quienes los procesan y envían la señal. La importancia es tal que empresas líderes ya están desarrollando sus propias versiones, entre ellos está el Microsoft Project xCloud, Google Project Stream y PlayStation Now.
“El futuro de los juegos es un mundo en el que tienes la capacidad de jugar los juegos que deseas, con las personas que deseas, cuando lo desees, donde sea que estés y en cualquier dispositivo de su elección”, se lee en la descripción de Microsoft sobre su propio proyecto de streaming.
El reto
El streaming en videojuegos enfrenta algunos retos adicionales a los que tuvo la industria de la música grabada y el cine, pues no basta con que el jugador reciba la señal, sino que sus movimientos deben enviarse a quien procesa el juego y luego éste regresar el resultado, algo que debe ocurrir con una sensación de continuidad equiparable a la de una consola.
Por ello, proyectos como PlayStation Now solo están disponibles en países que tienen una conexión con mayor velocidad, y aunque en un futuro solo necesitaremos un gamepad para poder jugar vía streaming en computadoras o teléfonos móviles, por ahora las consolas seguirán siendo necesarias para tener una experiencia completa, y no será sino hasta el desarrollo de conexiones como la 5G que se podrá pasar al siguiente nivel.