Las empresas familiares están consideradas como un sostén de la economía poblana, toda vez que generan nueve de cada diez empleos y tienen un peso importante en el PIB estatal; sin embargo, los cambios generacionales, la falta de profesionalización y diferencia entre sus integrantes, limitan su crecimiento y ponen en riesgo su continuidad
Este modelo de negocio se define como aquel donde la propiedad y el control directivo está en manos de los miembros del mismo grupo familiar.
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En Puebla, 90 por ciento de las empresas son familiares, pero se trata de micro, pequeñas y medianas unidades que alimentan gran parte de la economía. De sus integrantes depende gran parte de la dinámica del estado y su crecimiento.
En promedio, una empresa familiar suma cinco empleados “y una característica es que tienen un solo establecimiento. Eso te habla de que la gran mayoría, son pequeñas y muy pequeñas, por lo que constituyen la columna vertebral de la economía”, destacó el director del Instituto de Estudios Superiores en Dirección de Empresas (Iesde), Alfredo Miranda López.
La mayoría de este tipo de negocios comienzan por papás, abuelos, tíos que buscan mejorar sus ingresos para sacar adelantes a sus familias con emprendimientos como panaderías, tiendas de abarrotes, comercios, ferreterías, restaurantes, cafeterías, pastelerías que lograron avanzar y posicionarse como casos de éxito. De la misma forma, algunos comienzan como pequeños negocios que prosperan hasta convertirse en grandes firmas incluso, logran colocarse en el mercado internacional.
“Normalmente nacen de la iniciativa de una persona, de un matrimonio o de unos hermanos y conforme el éxito que se va dando a lo largo de los años la empresa se va consolidando. Tenemos desde las grandes empresas hasta lo que conocemos en la tienda de la esquina”.
La permanencia de estas empresas depende de diversos factores, entre ellos, contar con planes de sucesión, establecer reglas de operación y, por supuesto, la profesionalización, agregó el director del Iesde.
“Lo más común y menos atendido es que solo el 13 por ciento de las empresas definen un buen plan de sucesión. No tenerlo es una de las principales causas de mortalidad, es decir, no se planeó la sucesión, no solo la dirección, sino de puestos clave, ésta es una de las causas, de los retos más importantes que enfrentan”, comentó.
Claves de éxito
La unidad familiar es otros de los retos que deben afrontar porque “luego resulta que la empresa se vuelve la causa de la fractura familiar y, esto es porque no se hacen acuerdos o protocolos familiares que establezcan las reglas del juego con las que la familia se va a manejar”, añadió el director del Iesde.
Incluso, el manejo de las finanzas es otro de los aspectos que las familias deben cuidar para subsistir.
“Que se maneje con mucha prudencia, aspectos claros de dinero para que la empresa pueda reinvertir y siga creciendo. Que no se endeude y, la familia con respecto al negocio establezca una política clara de retiro de dinero o de dividendos, es decir que la empresa no sea una fuente donde todos pueden abrevar para sacar dinero, sino que se mantenga esa disciplina y cuidar que el negocio se capitalice”.
El emprender en familia contribuye a la cultura del trabajo y en algunos casos fomentan tradiciones.
“La empresa familiar tiene muchas virtudes, siempre hay un sello de los principios y valores de la familia que se pasan a la empresa, digamos la cultura familiar. Siempre hay un compromiso más fuerte. Los fundadores ponen alma, vida y corazón en la empresa y, eso es lo que hace que la empresa despegue y un valor es que esas raíces después se pasan a las siguientes generaciones cultura de trabajo”, agregó el director del Instituto de Estudios Superiores en Dirección de Empresas, Alfredo Miranda López.
Como en todos los ámbitos, “hay buenos ejemplos, hay otras que fracasaron, que han sobrevivido los cambios generacionales. Si la empresa familiar permanece, no sólo permanece el patrimonio, sino los empleos, la cultura de la empresa y, además el conocimiento. Cada familia tiene una manera particular de llevar un negocio y, eso es algo muy valioso, lograr que la empresa trascienda es muy importante para la economía, es un mal que desaparezca”, comentó.
Cambio generacional
El cambio generacional es uno de los principales retos a los que se enfrentan las empresas familiares. La sucesión del liderazgo de padres a hijos es cada vez más complicada debido a que no todos los herederos están dispuestos a continuar con el negocio o apuestan por nuevas formas de hacer economía.
“La mitad de las empresas están tratando de transitar de la primera a la segunda generación. Es el principal reto. Las empresas desaparecen cuando tratan de pasarle la empresa de padres a hijos. ¿Por qué una empresa no logra pasar de una generación a otra? por el choque generacional que hay entre padres e hijos”, explicó Juan Manuel San Martín Reyna, director del Centro de Investigación de Empresas Familiares (Cief) de la Universidad de las Américas Puebla (Udlap).
De acuerdo con la Radiografía de la Empresa Familiar en México, elaborada por la Udlap, más del 70 por ciento de las empresas carece de un plan de sucesión de tal forma que la mayor parte de estos negocios suman 20 años en el mercado y siguen siendo micros o pequeñas, es decir, no crecen.
También existen casos donde los padres se muestran reacios a ceder el control del negocio familiar, lo que puede poner en riesgo su permanencia.
“El dueño de la empresa se vuelve el techo de cristal. Lo que impide que crezca la empresa es el propio dueño. Como él se esfuerza mucho para generar su negocio, llega un momento en que él solo no puede con todo lo que implica una compañía. Tenemos dueños de empresas de 80 años que siguen dirigiendo una compañía, cuando la edad de jubilación es a los 65 años”.
De acuerdo con el académico, gran parte de las empresas familiares en Puebla se encuentran en la transición de primera a segunda generación, pues el promedio de vida es de 20 años “estamos estancados”. De las que logran pasar solo el 12 por ciento logra transitar de primera a segunda y, de esa cifra, solo un 5 por ciento avanza de segunda a la tercera generación.
“Cuando hablamos de una empresa de tercera generación hablamos de una empresa de casi 100 años o más en el mercado. Si no vienes con una institucionalización del negocio desde un principio que tengas un protocolo familiar, un consejo de administración, una sociedad de accionistas se complica y no crecen. Por eso desarrollamos un término que es changarrizar. Se te changarriza el negocio porque no crece y nuestra idea es ayudar a las empresas familiares a romper ese techo de cristal, ayudarlas a profesionalizarse y, con eso podrás dar el siguiente brinco”.
Frente a ese escenario, el reto es acercar a las empresas a profesionalizarse, a contar con criterios para la toma de decisiones y lograr armonía entre sus miembros a fin de que el legado familiar trascienda varias generaciones, agregó el académico.
“Si no les ayudas a crecer solo vas a generar un poco crecimiento, estamos estancados. Si ayudamos a las empresas familiares a crecer, a profesionalizarse tendríamos un crecimiento sostenido como estado que es lo que nos hace falta desde hace mucho tiempo”.
Dada su dinámica, Puebla se encuentra entre los estados, cuya economía se caracteriza por este tipo de empresas, con diferentes casos de éxito, entre los cuales destacan firmas como la cadena de pasteles la Zarza, el parque de conservación de animales Áfricam Safari, la plataforma de movilidad urbana Parkimóvil, taquerías La Oriental, Productos Jumbo dedicada a la fabricación y comercialización de juegos infantiles, gelatinas Sayes, que surgieron bajo este modelo y no sólo aportan a la economía local, sino que han logrado innovar y se encuentra en el proceso de trascender generaciones.
CHM