Los inversionistas exigen apresurar ahorro energético

Los ajustes globales han sido muy inferiores a los requeridos para las emisiones netas cero, advierte la AIE

La planta solar Cerro Dominador, en la región de Antofagasta, Chile. Elvis González/EFE
Harry Dempsey
Londres /

Una de las herramientas más poderosas del mundo para combatir el cambio climático también es una de las más desapercibidas: la eficiencia energética. 

Aunque no acapare los titulares, cada esfuerzo gradual para reducir el consumo de energía es vital si el mundo quiere alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 grados centígrados. 

El potencial de las medidas de eficiencia de energía para reducir las emisiones es innegable. 

Sin embargo, un informe publicado el mes pasado por la Agencia Internacional de Energía (AIE) sobre los avances recientes en la aplicación de medidas de ahorro es demoledor. En él se constata que las mejoras globales han sido muy inferiores a las necesarias para que el mundo se sitúe en la trayectoria de las emisiones netas cero en 2050. Y el ritmo de las mejoras ha disminuido desde 2015, hasta alcanzar en 2020 su nivel más bajo en una década.

“No existe un camino verosímil hacia las emisiones netas cero sin utilizar nuestros recursos energéticos de forma mucho más eficiente”, declaró Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE, sobre la publicación del informe.

La lentitud de las inversiones ha dejado a los facilitadores —desde firmas de bienes de capital y electricidad hasta proveedores de software y fondos de inversión— irritados por el hecho de que muchas empresas aún no aprovechan las oportunidades disponibles para reducir su huella de carbono.

Jonathan Parr, gestor de fondos de Triple Point Energy Efficiency Infrastructure Company, que invierte en proyectos como la recuperación del calor residual de los sitios industriales y la modernización del aislamiento o las bombas de calor en los hogares, afirma que los incentivos gubernamentales al principio hicieron atractivos los proyectos de energía renovable, pero han disminuido.

“Lo que se puede ganar con poco esfuerzo, desapareció”, indicó Parr, y agregó que “la descarbonización sigue teniendo el estigma de ser más cara que otras alternativas contaminantes”.

La frustración se agravó porque el incentivo para reducir el uso de la energía debe ser ahora aún mayor, ya que las cuentas de electricidad se dispararon debido al aumento de los precios del gas.

Katie McGinty, vicepresidenta y directora de Sustentabilidad y Relaciones Externas de Johnson Controls, fabricante de equipos de calefacción, ventilación y aire acondicionado, compara la oportunidad perdida en materia de eficiencia energética con “billetes de 20 dólares tirados en la banqueta y que nadie (los) recoge”.

Según ella, entre los grandes obstáculos a la adopción se encuentran la falta de coincidencia de intereses —a menudo, los constructores y los propietarios no quieren mejorar los edificios aunque los inquilinos si quieran— y el hecho de que el gobierno federal de Estados Unidos no tome la misma iniciativa en materia de estándares de construcción que en el caso de los electrodomésticos o los coches.

Olivier Blum, director de Estrategia y Sustentabilidad de Schneider Electric, grupo francés de equipos eléctricos y software, afirma que el retorno de la inversión del cliente en proyectos de eficiencia energética suele ser de tres años, pero “el mundo corporativo tardó en empezar”.

Sin embargo, notó señales de cambio alrededor de 2018, cuando las ambiciones del Acuerdo Climático de París de 2015 se filtraron en las salas de consejo en forma de compromisos de cero neto, que ahora se están convirtiendo en acciones.

Parr afirma que no son solo las promesas de las compañías privadas las que están impulsando los proyectos de eficiencia energética. “Las asociaciones de viviendas y las autoridades locales recibieron instrucciones claras de que deben descarbonizar su parque de viviendas”, señala.

Los ejecutivos de los grupos que se dedican a la eficiencia energética también son más optimistas en cuanto a las inversiones que van a inundar el sector.

La necesidad de triplicar la inversión anual en el sector en todo el mundo de aquí a 2030 para alcanzar los objetivos de cero neto, además de la necesidad de las empresas de demostrar sus progresos, impulsaron este cambio de velocidad, afirman los ejecutivos.

“Nos dimos cuenta de que los edificios representan 40 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y no se puede descarbonizar el planeta sin descarbonizar los edificios”, explica McGinty. “Esto llevó a la eficiencia energética al panteón de las herramientas junto a la energía solar, la eólica y los vehículos eléctricos”.

Esta toma de conciencia contribuyó a un repunte de los precios de las acciones de las empresas que favorecen la eficiencia, ayudadas por una recuperación de la producción de fabricación tras el impacto inicial de la pandemia.

Las acciones de Schneider Electric y Johnson Controls casi duplicaron su precio en dos años, y alcanzaron máximos históricos la semana pasada. La británica Spirax Sarco Engineering, que fabrica sistemas de gestión de vapor —un producto industrial básico que representa una novena parte del uso de energía en EU— también disfrutó de un impulso en el precio de las acciones.

Scott Cagehin, analista de Investec, afirma que los inversionistas están a la caza de los ganadores industriales menos obvios del impulso a la eficiencia energética.

“Las empresas como Schneider, Vestas y Spirax siguieron su curso en términos de ser conocidas como amigables con la (agenda) ESG”, afirma.

Su consejo es: “Hay que filtrar a los que introducen en sus paquetes ESG (criterios ambientales, sociales y de gobernanza) solo para mejorar sus propias credenciales y luego ver quién está ganando negocio y aumentando los ingresos porque los clientes quieren comprar sus productos para mejorar su propia sustentabilidad”.

Sin embargo, Blum advierte de un momento de ajuste de cuentas, ya que muchas empresas industriales intentan subirse al tren de la eficiencia energética.

“Muchas empresas experimentaron una nueva calificación debido a la sustentabilidad, pero habrá una revalorización hacia arriba y hacia abajo de las personas que hablan de eso y de las que lo hacen”, indicó.

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