En septiembre pasado, Luis Videgaray, entonces secretario de Hacienda de México, arregló una visita de Donald Trump a su país. La visita fue un fiasco de relaciones públicas para los mexicanos; se etiquetó a Videgaray como un traidor a la nación y renunció.
Esta semana Videgaray está de regreso como secretario de Relaciones Exteriores, con la esperanza de apostar por la buena voluntad que logró con el ahora presidente electo y pactar mejores acuerdos para México. “Con Luis, México y EU habrían hecho acuerdos maravillosos juntos”, tuiteó Trump en ese momento. El nombramiento de Videgaray es el primer paso que toma México en la política transaccional con el presidente entrante, dicen los analistas, y se produce cuando México se prepara para las amenazas de altos aranceles, deportaciones de inmigrantes y el final del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan).
“Videgaray entiende de negociaciones políticas y eso va a ser muy importante en las próximas semanas y meses”, dice Duncan Wood, director del Instituto México del Centro Wilson en Washington, DC. La negociación trasnacional ya comenzó. El martes, Ford canceló la construcción de una planta en México de mil 600 millones de dólares (mdd), aunque hubo razones económicas independientes a Trump para tomar esa decisión.
En diciembre, Trump también asumió el crédito de convencer al fabricante Carrier de enviar menos trabajos al sur, y la semana pasada criticó a General Motors por construir sus automóviles hatchback en México. En conjunto, las medidas desataron los temores de una reacción en cadena proteccionista. “Podría ocurrir, así que el gobierno mexicano tiene que realizar esfuerzos para convencer a los consejos de las empresas de que México es el mejor lugar para invertir”, dice Luis de la Calle, principal negociador del Tlcan por parte de México en la década de los 90.
La imagen de México como un centro competitivo de libre comercio todavía resuena. Esta semana las japonesas Honda y Toyota dijeron que no tienen planes de reducir la producción de vehículos en México.
La fabricación de vehículos es un importante motor de México y la posibilidad de que esto se reduzca es una preocupación; un día después del anuncio de Ford, el peso cayó a un mínimo histórico.
Pero el retroceso no se puede dar solo con la retórica. Dos décadas de Tlcan dejaron entrelazadas a las economías de los dos países, con un comercio bilateral anual de 600 mil mdd. Además, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 unieron a las fuerzas de seguridad de EU y México, mientras que la guerra contra los cárteles del narcotráfico las acercaron aún más. La inmigración, el calentamiento global y la agricultura también tienen un gran peso en las relaciones bilaterales.
Sin embargo, Trump dice que solicitará a la Comisión de Comercio Internacional de EU que evalúe el Tlcan desde el primer día en el cargo. La posibilidad de que Trump interrumpa la relación simbiótica puso los pelos de punta en México. La caída del peso aumentó la inflación, lo que llevó al banco central a subir las tasas de interés, por lo que se desaceleró el pronóstico de crecimiento económico.