A inicios de este año, el Parlamento noruego aprobó la minería submarina para la extracción de minerales como magnesio, cobalto, cobre y níquel, necesarios para la elaboración de baterías para los autos eléctricos, pesé a la oposición de expertos que señalan los severos daños ecológicos que se puede causar a los ecosistemas marinos.
Desde ese momento, el debate se dispersó por el mundo, pues por un lado la minería marina es una actividad que alcanzaría una derrama económica global de 35 mil millones de dólares, de acuerdo con cifras del Instituto Mundial de Investigación de Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas; pero también el mismo organismo apuntó que las fuertes críticas a la actividad por el daño ecológico que puede causar cierran la posibilidad de estudios y creación de normativas.
En México, el Servicio Geológico Mexicano (SGM) señaló que están prohibidas las obras y trabajos de exploración, explotación y beneficio minero dentro de las áreas naturales protegidas, como cauces o vasos de aguas nacionales y sus zonas federales, en los zócalos submarinos de islas, cayos y arrecifes, el lecho marino, el subsuelo de la zona económica exclusiva, en la zona federal marítimo terrestre y en los terrenos ganados al mar.
Pero Sustainable Ocean Alliance México indicó que a pesar de que las leyes mexicanas prohíben cualquier actividad extractiva en su territorio, en los mares cercanos a México está la región Clipperton-Clarión (ubicada en el Océano Pacífico entre México y Hawái) donde afirman que hay un gran potencial de minerales.
El organismo apuntó que, en esta zona, espacio internacional, se continúa impulsando la investigación de los recursos marinos con el objetivo de una posible explotación en el futuro cercano.
Sustainable Ocean Alliance México aseguró:
“La región Clipperton-Clarión es de gran interés para la minería submarina debido a la abundancia de minerales en los fondos marinos. Sin embargo, se pasa por alto el valor ecológico de esta área, que puede seguir siendo rentable gracias a industrias como la pesca, la conservación y el turismo. Es importante destacar que esta zona está protegida tanto a nivel nacional como internacional”.
GreenPeace afirmó que la actividad minera en esta zona también representa un riesgo para México por su cercanía con el área natural protegida del Pacífico Mexicano Profundo y el Archipiélago Revillagigedo, Patrimonio Natural de la Humanidad.
“Los impactos de la minera en aguas profundas incluyen contaminación lumínica y acústica, además de descargas de sedimentos que podrían aumentar la turbidez en la columna de agua y movilizar contaminantes, todo esto afectará la vida de muchas especies, incluyendo cetáceos”.
The Metals Company reconoce que la extracción de metales, ya sea en tierra o en las profundidades del mar, afectará a los ecosistemas, pero dijo que vale la pena considerar el alcance y los tipos de impactos. Apuntó:
“La transición a la energía limpia requerirá concesiones. Se extraerán miles de millones de toneladas de metal del planeta durante los próximos 30 años para hacer posible esta transición”.
Agregó que el fondo marino abisal alberga entre 300 y mil 500 veces menos vida y almacena 15 veces menos carbono que los ecosistemas terrestres.
“Si obtenemos metales para baterías de los nódulos del fondo marino, podríamos reducir la destrucción de ecosistemas con mayor biodiversidad, como las selvas tropicales, que desempeñan un papel vital en el ciclo climático de la Tierra”.
Además destacó que la llanura abisal es el entorno más común del planeta, lo que significa que la fauna impactada por la recolección de nódulos en las áreas bajo licencia probablemente esté bien representada en áreas donde no se realiza la recolección de nódulos.
“Como medida de precaución, ya se ha reservado para la conservación más área dentro de la Zona Clarion Clipperton que la que se encuentra actualmente bajo exploración”.
EDD