El giro de moteles llega al día de San Valentín en un contexto atípico marcado por la pandemia de coronavirus, en que los enamorados, además de discreción, buscan seguridad y limpieza para experimentar su sexualidad o divertirse.
A diferencia de otros años en que este segmento reportaba ocupaciones de 80 a 90 por ciento, en este periodo, apenas de tres a cuatro habitaciones son buscadas por clientes que ahora pagan por una estancia segura.
La oferta en Puebla y la zona conurbada está compuesta por 80 moteles para diferentes presupuestos, con más de dos mil habitaciones en diferentes categorías donde se exige la portación de cubrebocas y someterse a la toma de temperatura corporal, la cual al momento de ingresar, no debe superar los 37 grados. Dentro de la habitación, la portación de cubrebocas ya es responsabilidad de cada huésped.
En entrevista para MILENIO Puebla, Manuel Domínguez Gabián, presidente de la Asociación Poblana de Hoteles y Moteles, comentó que el 14 de febrero ya no es un día que represente una alta demanda de habitaciones, y más este año, en que la economía se ha visto mermada.
Explicó que los establecimientos llegan a esta fecha con medidas para operar al 30 por ciento, de ahí que las expectativas de ocupación son bajas.
“La situación no es halagadora. Hay días mejores que el 14 de febrero, este día se ha quedado como un mito. Dependemos también de otros sectores, de restaurantes, de bares, antros, de centros de entretenimiento, que, al estar cerrados, la gente no llega a los moteles”.
Manuel Domínguez Gabián, con más de 30 años de experiencia en esta industria, describió que este segmento de hospedaje cambió con el paso del tiempo ante gustos de los clientes.
Antaño, la gente solía buscar inmuebles discretos y alejados de la mancha urbana, ahora los llamados lugares de cinco letras se ubican frente a plazas comerciales, paradas de autobuses, mercados, junto a gasolineras o bares.
Estos espacios ahora involucran conceptos innovadores con una infraestructura o colores llamativos en sus fachadas, acabados de lujo, habitaciones temáticas, muebles que permiten a las parejas experimentar su sexualidad, con albercas privadas, jacuzzis al aire libre, camas king size, giratorias, áreas de baño funcionales, tinas de hidromasaje, tubos de pole dance, espejos gigantes laterales o en techos, sillones kamasutra, música ambiental y diferentes amenidades. La estancia promedio oscila entre dos y cinco horas, y, según la tarifa, que va de los 130 a más de 450 pesos, hay habitaciones pueden alquilarse por día con servicio de bar, alimentos y juguetes sexuales a la carta.
Explicó que durante la pandemia hubo cierres temporales, pero los moteles lograron reactivarse, aunque en algunos casos redujeron sus tarifas.
Una de las tendencias que se ha registrado ante esta pandemia es la llegada de parejas que buscan disfrutar de momento íntimo fuera de casa, ya que por el confinamiento social la vivienda se convirtió en escuela u oficina.
Los moteles se convirtieron en espacios para que las parejas puedan pasar momentos de privacidad o relajación y cuentan con espacios cómodos, en algunos casos, con servicios de internet para mantenerse conectados y estar pendientes del trabajo o la familia.
Domínguez Gabián comentó que los establecimientos afiliados a la asociación operan apegados a las medidas de higiene, además que han realizado inversiones para garantizar una estancia segura a los visitantes.
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Moteles desde mediados del siglo pasado
La operación de los primeros moteles en Puebla se remonta a la época de los años 40. El autohotel Bahía, ubicado en el Barrio de Los Remedios, a unos pasos del Centro Histórico, se presenta como uno de los primeros en abrir sus puertas en 1942, y a la fecha opera como un espacio renovado.
Otro de los hoteles con más año es el MilpaAlta, que se localiza en la colonia Amor; así como el Trébol, cercano a la central de autobuses CAPU, con más de 40 años de existencia. A pesar de que existe la creencia de que Puebla es una ciudad “motelera”, incluso, se llegó a pensar que por cada iglesia hay un motel, la realidad es diferente.
“No es así, por ejemplo, Tlaxcala nos gana por mucho, aun siendo un estado pequeño tiene más moteles. Aquí tenemos 80 establecimientos, hay ciudades que tienen entre 100 a 150 moteles”, comentó.
Destacó que hay moteles para todo tipo de gusto y presupuestos, para quienes buscan estancias cortas hasta periodos de varias horas.
Los detalles de cada inmueble son importantes, por lo que hay establecimientos en constante mantenimiento y renovación.
Amor temático
Uno de los establecimientos más conocidos e innovadores en la capital poblana es el Motel Las Estrellas, que se caracteriza por su decoración temática.
Este establecimiento ubicado sobre el Bulevar 5 de mayo, cuenta con 48 habitaciones, equipadas con camas king size, un sillón del amor o la silla cabra, este último, uno de los aditamentos más innovadores exclusivo en este autohotel. Cada una de las habitaciones lleva el nombre conforme a la temática que representan. Una de las más atractivas es la denominada “50 sombras de Grey”, donde las parejas pueden disfrutar de una variedad de juegos sexuales eróticos.
En entrevista, Emilio Chávez, gerente del establecimiento, describió que el hotel con la habitación “Batman”, en la que se experimenta la sensación de introducirse a una baticueva; mientras que la “Adán y Eva” la recomienda como ideal para los románticos. Uno de los nuevos espacios y buscados es la habitación XS, equipada con luces robotizadas y música ambiental, que simula un antro. Destacó que con el objetivo de reactivar la economía ante los efectos de la pandemia, este autohotel apostó por innovar y ofrecer a sus huéspedes una nueva forma de convivir integrando las amenidades de un motel con música y luces para pasar el rato ya sea pareja o con amigos.
“Tenemos la habitación Dubái con aditamentos lujosos, la gente prueba cosas diferentes, tenemos habitaciones decoradas o con doble jacuzzi para grupos de cuatro personas. La habitación Acapulco con detalles de playa o la habitación Lucha Libre donde la cama simula un ring”, detalló.
Comentó que este establecimiento opera con las medidas de seguridad sanitaria, desde la toma de temperatura corporal, solicitud de uso de cubrebocas y gel antibacterial; además que cada una de las habitaciones son desinfectadas.
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Para el amor no hay edad…
Emilio Chávez, gerente del Motel Las Estrellas, señala en el contexto del 14 de febrero, para celebrar el amor no hay edad. En esta temporada, en años pasados, lo mismo ingresaban parejas jóvenes y adultas.
“Tenemos una clientela muy diversa, jóvenes de 20 años a personas más adultas que buscan habitaciones menos eróticas”.
Consideró que, con el paso del tiempo la percepción de los moteles ha cambiado.
“La sexualidad ahora es muy libre. Hace diez años a la gente le daba pena entrar caminando, hoy en día la gente entra de lo más natural, no tiene prejuicios de entrar caminando o en un taxi”.
Olor a “jabón chiquito”
Oler a “jabón chiquito” es una expresión que se liga a la visita de un motel, refiere Christian Chávez, gerente general del autohotel Las Estrellas. Destaca que la pequeña barra de jabón perfumado se encontraba comúnmente en los moteles como parte de un kit de limpieza para una ducha tras un encuentro con la pareja.
“Es un dato curioso del argot popular y que la gente bromea con ello. Es un producto que se colocó durante años y caracterizaba a los hoteles de paso porque decían que si olías a Rosa Venus es porque habías ido a un motel”.
Con el paso de los años, el uso de este jabón perfumando tomó otro giro y los moteles disminuyeron su uso.
“Han surgido empresas que proporcionan el kit de limpieza, incluido jabón y shampoo, ya etiquetados y brandeado, con el logotipo dirección y teléfono del motel. Según la estructura y categoría, los moteles ahora manejan diferentes tipos de jabones y con otros proveedores. En nuestro caso aromas neutros, quizá algunos (establecimientos) lo sigan ocupando. Venus Rosa era sinónimo de motel por el aroma que emite, pero se cambió porque muchas veces (los clientes) de aquí van a otros lugares y les causamos conflicto”.
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