Para lograr con orden el objetivo de que la humanidad no agregue emisiones a la atmósfera para 2050 -el cero neto-, será necesario aumentar en 3.5 billones de dólares el gasto anual en sistemas de energía y uso de tierra, llevándolo a 9.2 billones de dólares al año, y mantener esos niveles de desembolso de capital hasta esa fecha, según una estimación de la consultora McKinsey.
Ese gasto deberá hacerse en tecnologías de bajas emisiones y la estimación está basada en un escenario en el que el aumento de la temperatura global se limita a 1.5° C, el objetivo establecido en el Acuerdo de París de 2015.
“El incremento (de 3.5 billones de dólares) en el gasto equivale a aproximadamente la mitad de las ganancias corporativas, 7 por ciento del gasto de los hogares, representa una cuarta parte de los ingresos fiscales totales y es 20 por ciento mayor que el aumento anual promedio en deuda pública entre 2005 y 2020”, advierte.
El estimado forma parte de una lista elaborada por McKinsey de los que considera son los nueve requisitos fundamentales para resolver la ecuación del cero neto, es decir, lograr un equilibrio en el que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) al tiempo que se aumentan las reservas de éstos para remover de la atmósfera las emisiones restantes.
Advertencia
A pesar de que el incremento de capital requerido es bastante elevado, la consultora pone en consideración que los costos para la economía mundial si la transición se hiciera de forma desordenada o si el mundo no enfrentara el cambio climático, serían mucho mayores.
Incluso señala que a largo plazo los gastos de capital iniciales resultarán en “ahorros operativos generales para la economía mundial” a través de la reducción del consumo de combustible, de una mayor eficiencia energética e incluso con menores costos de mantenimiento de la infraestructura energética.
“El desembolso público masivo durante los últimos dos años para mitigar el impacto económico y social de covid -19, da una indicación de la magnitud de los recursos que se pueden movilizar cuando se reconoce claramente el peligro”, afirma.
Recursos naturales críticos
Otro de los requisitos para la transición a un mundo cero neto es la disponibilidad suficiente de tres recursos naturales críticos: materias primas, tierra y agua.
En el caso de las materias primas, McKinsey señala que la transición energética requerirá un aumento sustancial en el uso tanto de materias primas que hoy se utilizan en grandes cantidades -como cobre y níquel- como de las que actualmente son de nicho -como el litio-.
La tierra será crucial porque las energías renovables necesitan mucho más espacio físico por unidad de producción de energía que los combustibles fósiles.
“Reemplazar una típica planta de gas con aproximadamente un gigavatio (de capacidad de generación) con una de energía solar que genere la misma cantidad de electricidad; por ejemplo, aumentaría el uso total de la tierra de aproximadamente 350 acres a aproximadamente 40 mil acres”, expone.
El agua será fundamental en un mundo de cero emisiones debido a que el hidrógeno verde y la extracción de ciertos minerales clave requerirá de grandes cantidades del líquido.
Otros requisitos que considera McKinsey son la gestión de los cambios en la demanda -bajará la demanda de combustibles fósiles y aumentará la de energías renovables- y de los aumentos de los costos de ciertos productos en el corto plazo; establecer mecanismos de compensación adecuados para mitigar los impactos negativos que tendrá la transición en ciertas regiones, países o industrias; instaurar normas gubernamentales, mecanismos de seguimiento y nuevas instituciones.
Igualmente será necesario crear cadenas de suministro a escala e infraestructura de apoyo, la innovación tecnológica, el compromiso y colaboración de los líderes del sector público, privado y social a escala mundial, y el apoyo de ciudadanos y consumidores.
MRA