Pandemia amenaza ingresos de artesanos en Tula

El cierre de la Zona Arqueológica de Tula desplomó la actividad turística de la zona

Artesanos de Tula en crisis económica. (Francisco Villeda)
Francisco Villeda
Tula /

Osvaldo Montoya Mejía, un hombre de 42 años de edad, originario de Tula de Allende, depende en gran parte del turismo para vivir y ahora, con la pandemia por el SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad covid-19, está en vilo pues las pérdidas económicas son del 90 por ciento, según considera.

Padre de dos menores de edad y esposo de Imelda Bravo, una mujer de 41 años, quien lo acompaña en su oficio de artesano, señala que la contingencia los ha afectado severamente en el aspecto económico, pues gran parte de sus ingresos los obtienen de su venta de artesanías a comerciantes y en su local de la Plaza de las Artesanías.


Osvaldo heredó su oficio de artesano de su padre, Mario Montoya, un artesano que falleció hace más de un año, y de quien aprendió todas las técnicas para plasmarlas en sus réplicas de objetos prehispánicos.

Ahora, estas piezas han quedado guardadas, en espera de que pase la contingencia para salir a la venta nuevamente en la Zona Arqueológica de Tula (ZAT), pues gran parte de sus artesanías las vendía a comerciantes que ofertan productos al interior de dicho complejo arqueológico, el cual el pasado 21 de marzo fue cerrado de manera preventiva y hasta nuevo aviso ante la contingencia sanitaria que ha dañado no sólo la salud de los habitantes del mundo, sino las economías de los países.

Cada año esperaba con entusiasmo el 21 de marzo, pues el equinoccio de primavera hace que lleguen muchos turistas a la ZAT y a Tula de Allende, pues la alcaldía realiza el Festival Toltequinox, y a la par se realiza la fiesta patronal.

Pero este año las actividades comenzaron a paralizarse días antes, cuando ya había adquirido materia prima por un estimado de 10 mil pesos.

Algunas artesanías logró acomodarlas todavía, pero la mayoría de encargos que le habían hecho quedaron suspendidos hasta que la situación se regularice.

Se dijo consciente de la situación, por lo cual aceptó que era una condición que escapaba de las manos de sus clientes, quienes ahora no tienen un espacio en la ZAT.

Originario de la colonia El Tesoro, el artesano, quien tiene 20 años laborando en el rubro, 17 de los cuales los ha pasado en la Plaza de las Artesanías, reconoce que la situación es muy complicada para el sector.

Su familia lo apoya en la elaboración de las artesanías, compartiendo el oficio que le fue heredado, y ya ha hablado con sus hijos y esposa para explicarles que deberán reducir gastos.

Tiene una pequeña recaudería, con ella está subsistiendo, pues la venta de las artesanías decayó en un 90 por ciento, y aunque dice, sus piezas no son un producto perecedero, si es dinero que está ahí, detenido.

Reconoció que a pesar de las dificultades recientes, la situación del turismo había mejorado en estos primeros meses del año, pero la pandemia echó todo abajo.

Su espacio, artesanías Toltecayotl, en la Plaza de las Artesanías sigue abierto, junto con otros pocos, muy pocos.

Toman las medidas sanitarias correspondientes para quienes acuden aún a la plaza; ya son los menos, y eso agrava la situación para los artesanos, quienes están contra la pared pues muchos de ellos tienen como único sustento esa forma de vida.

Y aunque tiene su recaudería admite que de tener que afrontar un gasto fuerte no podría sortearlo, pues ésta le deja pocos ingresos, y su local de artesanías ha enfrentado una disminución dramática en las ventas.

Juntos como desde hace doce años, Osvaldo y su esposa esperan salir de esta difícil situación económica para todos los sectores, pero en especial para el turismo, ese del que Tula ha sabido vivir desde hace décadas.

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