Postura de política exterior de Beijing hacia EU puede ayudar a estrategia de Joe Biden

FT MERCADOS

La postura de la política exterior de Beijing hacia Estados Unidos puede ayudar a formular la estrategia de Joe Biden en Washington.

Las ilusiones sobre China.
Rana Foroohar
Ciudad de México /

Hace algunos años en Beijing, entrevisté al director ejecutivo de una compañía europea de tecnología limpia que era líder del mercado en China en ese momento. Le pregunté al ejecutivo cómo veía el negocio en el futuro, y dijo que se sentía optimista, la compañía estaría en el cuarto lugar en los siguientes cinco años. Me sorprendió. ¿Por qué caer de la primera posición al cuarto lugar era una buena noticia? ¿Y cómo podría ser tan preciso sobre el futuro? Porque, me dijo el ejecutivo, esto es lo que los líderes del Partido Comunista le dijeron que ocurriría cuando los competidores locales entraran al mercado. 

Fue uno de los tantos momentos en las últimas dos décadas que hicieron preguntarme por qué los responsables de formulación de políticas y líderes corporativos estadunidenses alguna vez pensaron que China simplemente tomaría su lugar en el orden mundial y el sistema comercial existente. ¿Por qué una nación tan grande no crearía sus propias reglas? 

Lo ha hecho, por supuesto. Tal vez lo único bueno que hizo económicamente la administración de Donald Trump fue dejar de fingir que el problema de “un mundo, dos sistemas”, no existía. Si bien el expresidente Trump carecía de una estrategia coherente para contrarrestar el ascenso de China, y su retórica agresiva no ayudó a Estados Unidos (EU), los últimos cuatro años al menos puso un final a la ceguera intencional. No importa lo tentador que pueda ser el siguiente trimestre de crecimiento en el mercado chino para los ejecutivos corporativos, no hay garantías de que el campo de juego sea justo o que las reglas no cambien en algún momento, sobre todo en los sectores estratégicos de alto crecimiento. 

Esta es la realidad que la administración de Joe Biden debe de tener en mente cuando elabore su propia política china. Como el profesor Minxin Pei expresó durante una reunión del Consejo de Relaciones Exteriores, la postura de la política exterior de China hacia EU se basa en tres cosas: la percepción del declive de EU, la percepción de las oportunidades para el desarrollo económico y político de China, y las enormes ambiciones del presidente Xi Jinping. Estos puntos deberían ayudar a informar la estrategia de EU hacia China. 

En primer lugar, es importante que Biden mantenga las expectativas de cooperación arraigadas en la realidad. La China de Xi no va a hacer nada que no sea explícitamente en interés del Estado. Eso deja pocas áreas de interés que se crucen para los dos países. La más importante es el cambio climático. En un mundo ideal, las tecnologías estadunidenses y europeas se combinarían con la producción china a gran escala y de bajo costo para alejar al mundo de los combustibles fósiles. 

Ella dice...

“EU trabajará con Beijing cuando esté en el interés del país estadunidense hacerlo, pero competirá desde una posición de fuerza reconstruyendo mejor en casa"

Pero no vivimos en un mundo ideal. Entre el robo de propiedad intelectual chino, la incapacidad de los actores externos para obtener un acceso justo al mercado en los sectores de mayor crecimiento y las prácticas laborales dudosas, es improbable una cooperación más activa en tecnologías limpias. Lo mejor que se puede esperar es que ambas partes acuerden no socavar los esfuerzos de la otra parte y que se unan en objetivos compartidos de emisiones y estándares tecnológicos. 

Eso sería más fácil si EU y Europa tuvieran un enfoque común hacia Beijing. No lograr que Alemania se sumara a sus sanciones comerciales contra China fue uno de los mayores errores económicos de la administración Trump. Tanto Europa como EU comparten muchas de las mismas preocupaciones sobre el mercantilismo chino, que crea un campo de juego desigual. 

Es comprensible que los europeos se sientan frustrados por la pérdida de confianza y cooperación durante los años de Trump. Pero el reciente acuerdo comercial de la Unión Europea con China, que parece no ver las incompatibilidades entre el capitalismo vigilado por el Estado y la democracia liberal al estilo europeo, es un mal paso. Lo mismo ocurre con el nuevo abrazo del presidente francés Emmanuel Macron a Rusia. Dados los vínculos históricos entre Europa y Asia, es fácil imaginar vínculos más estrechos entre las dos regiones. Pero eso tendrá un costo enorme para los valores profesados por Europa. 

Bruselas lo sabe, y Biden debería seguir presionando para que se restablezca la relación transatlántica, así como una “coalición de la voluntad”. En Asia, países como India, Australia y Japón podrían trabajar junto con EU y la Unión Europea para remodelar las cadenas de suministro y minimizar el apalancamiento chino en Taiwán y el Mar de China Meridional. 

Tal vez lo más importante es que EU debería enfrentar el desafío de China reforzando su capacidad en el país, en educación, infraestructura, tecnologías de alto crecimiento y partes del ecosistema industrial también. La fabricación no importa por ser una especie de solución milagrosa para el empleo de la clase media, sino porque poseer partes clave de los bienes comunes industriales es crucial para la innovación. Es revelador que la propia China se concentre cada vez más en mantener su propia estrategia en la fabricación, incluso cuando los servicios desempeñan un papel más importante en la economía. 

Como dijo Joe Biden en la Conferencia de Seguridad de Munich el mes pasado, EU “trabajará con Beijing cuando esté en el interés de Estados Unidos hacerlo”, pero “competirá desde una posición de fuerza reconstruyendo mejor en casa”. Occidente no va a remodelar a China, pero debería cambiar la forma en que responde al desafío.


srgs

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