Miguel Hernández, empresario de la región de Cholula, trabaja en la recuperación de la actividad vitivinícola, una tradición de hace 500 años que se perdió con el paso del tiempo y ahora la retoma con la idea de colocar a Puebla en el mapa de las principales regiones productoras de vino.
Izúcar de Matamoros, Tecamachalco y el Valle de Puebla son las tres regiones donde actualmente se cultivan diferentes variedades de uva: pinotnoir, syrah, gamay y chardonnay, que dieron paso a la producción de vinos blancos y tintos que cumplen con estándares internacionales.
Puebla y el vino están ligados desde el siglo XVI, refiere el empresario y enólogo, al señalar que esta región es considerada como la cuna de la viticultura en el continente americano y reúne todas las condiciones para desarrollar esta actividad: el clima, el suelo y la cercanía con los principales mercados consumidores de esta bebida.
Miguel Hernández relató en entrevista para MILENIO Puebla que su proyecto inició en 2011, cuando el gusto por el vino lo llevó a Francia para traer plantas de vid que comenzaron a cultivarse de forma experimental en el valle de Puebla con técnicas agrícolas que permitieron agilizar las cosechas y obtener las primeras botellas.
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Para 2015, con apoyo gubernamental y un proyecto viable, comenzaron a integrarse productores con la idea de crecer los viñedos en una superficie de tres hectáreas.
A una década, ya sin el apoyo del gobierno, el cultivo de uva suma 50 hectáreas en trece municipios poblanos distribuidos en diferentes regiones que permiten proteger la producción ante los diferentes microclimas que ofrece el estado.
“Empezamos en un municipio –Santa Rita Tlahuapan- y, ahora estamos en trece municipios, incluida Puebla capital. Esto permite una distribución de riesgo mucho mayor es decir, que no ponemos a riesgo la producción en caso de granizo no se pierde todo, y nos permite también experimentar y sacar bondades de los diferentes microclimas, en el valle de Puebla con Atlixco, Cholula, Tecuanipan, Calpan, San Felipe Teotlalcingo, Tlahuapan, San Salvador El Verde; en el valle de Tecamachalco, en Tochtepec y la zona de Izúcar de Matamoros donde también ya se estableció un viñedo”.
Retos de la pandemia
El vino poblano se caracteriza por su acidez, refiere el enólogo e impulsor de Casa Miguel Hernández - Vinos y Viñedos, con sede en Cholula, al señalar que la pandemia representó diferentes retos para la cadena productiva: por una parte, el consumo de vino se disparó a niveles no vistos; se paralizaron proyectos de enoturismo y el lanzamiento en Puebla de la ruta del vino, por otro lado, la industria enfrenta desabasto de vidrio y no hay botellas para envasar.
“Hubo ventas, pero tampoco tuvimos tantas botellas. Tuvimos que hacer algo que a la industria del vino le cuesta mucho trabajo que es innovar. En 2020 no se vieron afectadas las ventas como sí lo vimos este año. Al estar todo cerrado, la gente consumía más vino porque estaba en casa y los pedidos eran más importantes. La cosecha que teníamos en 2020 era la de 2019 con 2 mil botellas. La cosecha 2020 son 9 mil botellas que siguen en guarda y tanque”.
Vino de exportación
Tal es el auge de esta industria que el vino poblano ya se coloca en los aparadores más exigentes del planeta. Este mes, las marcas locales participan en el certamen bienal de París y continúan fogueándose en encuentros internacionales.
Además, de la mano de productores e inversión privada las marcas poblanas buscan abrirse camino en Estados Unidos.
“Ver hacia un mediano o largo plazo es la naturaleza del vino. La variedad pinotnoir que representa el 65 por ciento de producción, es la apuesta al mercado de exportación. Es la cepa más compleja de cultivar en el planeta y es la carta para salir al mundo, sobre todo en el mercado de Nueva York donde hay connacionales poblanos que están en la industria de restaurantes y es una apuesta grande”.
Industria creciente
Ante el crecimiento de la industria del vino a dos dígitos y una proyección de 30 mil botellas de la cosecha poblana 2021, Miguel señala que su objetivo no sólo es trabajar la producción, sino acompañar a los inversionistas a plantar sus propios viñedos, que desarrollen su marca y, en adelante, esto permita integrar un clúster regional con diferentes casas productoras que garanticen la autenticidad de esta bebida.
“Algo que buscamos como empresa es no ser la única vinícola en Puebla, sino dar pie y cabida y llevar de la mano a otros emprendedores que quieran desarrollar su propia marca de vino”.
Solo Casa Miguel Hernández - Vinos y Viñedos, suma siete marcas de las cuales, tres son comerciales, que concentran su consumo en Puebla, Ciudad de México, Monterrey y Ciudad Juárez.
AFM