Reabasteciendo víveres en tiempos del covid-19

Un joven se ubica a la entrada de este inmueble de autoservicio, mantiene una guardia permanente con un arma en su mano

Tiendas de autoservicios en Pachuca. (Jorge Sánchez)
Pachuca /

El rechinar de las llantas, los ruidos de fierros chocando entre sí recorren algunos de los pasillos de los supermercados de la capital de Hidalgo, pero el ruido dentro de este espacio está lejos de ser ensordecedor como sucedía en tiempos pre contingencia sanitaria del covid-19, ahora es un ruido aislado que hace eco en un espacio con poca gente, algo similar a una planta rodadora en cualquier tipo de espagueti western.

Un joven se ubica a la entrada de este inmueble de autoservicio, mantiene una guardia permanente con un arma en su mano, un gel antibacterial, herramienta que se ha popularizado en estas últimas semanas para mantener a raya a los gérmenes venusinos, justo como una historia de Julio Verne, pero con un giro de horror de Stephen King.


Frente a él una fila de personas que parecen salidas de una cinta de zombies, o de una realidad alterna donde todos juegan a ser médicos o científicos locos, pues los cubrebocas en sus rostros parecen brillar; algunos incluso estiran sus guantes para fijarlos a sus manos, algo que les otorga cierto estilo y hasta podría hacer recordar al Rey del Pop con su guante brillante en la mano izquierda. En otras circunstancias lo primero que podría preguntarse ante tal panorama es: "¿Habrá un espectáculo o uno de esos famosos flash mobs, o será un tipo de broma?", pero hoy no hay bromas, hay riesgos por comprar víveres y productos de primera necesidad.

A veces en solitario, otras en pareja, pero ya no existen las familias en el umbral de acceso a las compras, al acercarse al joven guardián de la puerta se alcanza a leer una especie de escrito: "Para garantizar tu salud y la de todos estaremos limitando el acceso de personas al 40 por ciento de la capacidad total de este establecimiento". Bajo ellos dos cifras, una muestra la cantidad total de personas que puede albergar el inmueble, más de mil 700, pero únicamente podrán ingresar poco más de 600, algo difícil de comprobar pues así como entra un carrito de súper mercado para llenarse con productos, sale uno e incluso dos, y no se ve a una persona haciendo cálculos de cuántos más podrían ingresar debido a la salida de otros.

Como si recibieran la comunión en la iglesia uno a uno se acercan al guardián de las puertas del comercio, todos reciben una ofrenda de gel antibacterial y sólo asienten con la cabeza agradeciendo su bondad, todos los trabajadores han sumado el cubrebocas y los guantes a su guardarropa habitual; mientras algunos de los asistentes no lo hacen, parece que no son conscientes de los gérmenes venusinos. Una medida más es impuesta a todos los que pretenden ingresar a esta tienda de autoservicio, "Se restringe la entrada a menores de edad, así como a adultos mayores", esto ya que son parte de la población más vulnerable a los padecimientos respiratorios del covid-19, porque si bien los gérmenes venusinos son ficción, el llamado "coronavirus" resultó muy real y peligroso.

Al recorrer los pasillos del súper mercado se adquiere cierta paz, en los tiempos pre contingencia sanitaria se tenía que lidiar con decenas, incluso cientos de personas que parecían comprar todo lo que se veía en el carrito del vecino, ahora no es así, todos están alejados unos de otros, los pasillos no se abarrotan y nadie choca entre sí por buscar alguno de los artículos que se ofertan en los anaqueles, se podría decir que la era de la contingencia sanitaria ha convertido el comprar despensa de una tediosa tarea a una apacible compra donde místicamente todos se respetan.

No hay llanto de niños pequeños o carreras de carritos de metal en el inmueble, no hay ruidos ostentosos ni gritos de madres que perdieron a sus hijos en alguno de los departamentos, todo es tranquilidad pero, ¿dónde está el amor, el cariño y la humanidad en las compras?, Madre Luchadora se encarga de todo pues de vez en vez la tonada musical en las bocinas de la tienda cambian para llevar un mensaje: "Les recordamos que para cualquier necesidad que tengan pueden acudir a Atención a Clientes. En caso de sentirse mal o presentar algún síntoma de enfermedad respiratoria pueden acudir con nosotros para resguardarlos hasta que nos podamos comunicar con un familiar o contacto que acuda a recogerlo. En beneficio de tu salud y la de todos, nos cuidamos todos".

El paseo obligado por los pasillos del inmueble debe culminar con una visita a las cajas, como siempre, hay pocas abiertas, pero no lo pareciera porque la gente está a mucha distancia una de otra, lo cual engaña a la vista y obliga a cometer errores de formarse donde no tendrá un desahogo veloz. Pues hay un elemento faltante en la maquinaria de estos súper mercados, no hay adultos mayores o menores de edad que ayuden a empacar los víveres, eso retrasa el avance de las filas pues además en algunos casos son parejas las que acuden a comprar en otros son personas solas, por lo que tienen que trabajar doble al poner sus productos en la banda automática y después regresarlos a su carrito para salir del establecimiento.

"Ya les comenté que me apoyen", dice una mujer que parece ser la mandamás de este lugar, "coloquen un carrito vacío y ahí vayan poniendo los productos que van cobrando para que avance la fila más rápido, porque no tenemos empacadores", a lo que el cajero únicamente asiente con la cabeza, pero lo salva que una pareja acudió a realizar sus compras y eso evitó la tarea de usar un segundo carrito.

A la salida el panorama es el mismo, personas formadas para realizar sus compras mientras otros salen de sus instalaciones, al fondo resuenan los mensajes de la tienda, "recordamos que por recomendación de la autoridad pedimos que no acudan personas mayores o menores de edad, no acudan a realizar compras en familia y cuiden mucho su salud", mientras el rechinido de las llantas se mantiene ahogado en los pasillos del súper mercado.

  • Teodoro Santos

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