"¡En algún lugar de un gran país, olvidaron construir, un lugar donde no queme el sol y que al nacer no haya que morir!", entonó la guitarra y voz de un estudiante de música que supo que este día era un buen domingo para cantar sobre las calles del Pueblo Mágico, junto a su melancólica guitarra y así, fueron llegando poco a poco visitantes y turistas a Real del Monte, que iban paseando por la calle principal del lugar.
Guadalupe Galindo descansó por un momento. Como cada fin de semana salió de Atla, comunidad del municipio de Pahuatlán, en Puebla, para vender sus productos bordados y así continuar con las terapias de Brisa, su hija de siete años con parálisis cerebral.
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"Debería haber un país en donde se apoye más a las familias que nos toca ofrecerles mejor calidad de vida a los ángeles que Dios nos manda", suspiró, mientras Brisa le sonreía y trataba de acariciarle el rostro.
Puestos de tamales, esquites y artesanías típicas se colocaron, como hace quince días, sobre la avenida Hidalgo, que cruza el pueblo, y a pesar del movimiento, algunos comerciantes aseguran que las ventas no incrementan como antes de que iniciara la emergencia sanitaria.
"Sí viene mucha gente cada fin de semana, pero no compran mucho. Entendemos que vienen a pasear, a disfrutar del clima, de nuestro pueblo, pero como que no traen mucho para consumir.
"La situación económica está complicada para todos, pero nos da gusto que ya vengan más personas a visitarnos", indicó la señora Estela.
Guadalupe nuevamente bajó hacia la entrada principal, con Brisa en sus brazos logró vender un cubrebocas que ofreció a 80 pesos, negro con bordados originales de Atla.
"Ella es gemelita y tengo otra hija que me ayuda a bordar y yo vendo. Nos quedamos sábado y domingo acá, en Real del Monte, porque en Puebla casi no hay turistas y hay que sacar para vivir mejor", expresa, para continuar con su camino.
A partir de mediodía, los negocios de cerveza y micheladas son los que gozaron de mayor número de ventas, sobre todo de grupo de jóvenes provenientes de la Ciudad de México que decidieron pasar un momento entre amigos.
"Elegimos venir acá porque está cerca de la ciudad y nos venimos en banda a tomar unas cervezas para pasar este domingo fuera de la ciudad", indicó Rodolfo Monroy.
La guitarra del estudiante continuaba entonando sus melodías, una tras otra, mientras se perdía su sonido con el de las cafeterías que tenían reguetón o las tiendas artesanales que preferían los éxitos de los años 90.
"La gente viene a pasar un domingo tranquilo, pero no a comprar. Llevo toda la mañana trabajando y no he vendido nada, espero que mejore el día", explicó Arturo Jiménez, quien prefirió entonar una melodía de Alejandro Fernández mientras esperaba que llegara más clientela.
Guadalupe Galindo regresó por las calles para seguir ofreciendo sus cubrebocas, sus chales y bolsitas bordadas; "¡vamos de regreso, siempre se me vende más y este día no será diferente!", expresó con una sonrisa.
Entre el ir y venir de los visitantes, comerciantes ofrecían sus productos, y así las campanas de la iglesia sonaron para anunciar la misa, a la que asistió poca gente usando el cubrebocas y siguiendo las medidas sanitarias. Guadalupe prosiguió su camino por el Pueblo Mágico, este domingo, en el deseó vender más, "porque la situación es difícil, pero nada me detendrá para poder vivir mejor junto a mis hijas".