En Canadá lo llaman el efecto Love Actually (Realmente Amor). La reprimenda de Justin Trudeau a Donald Trump le ganó el tipo de reconocimiento que tuvo el Primer Ministro británico ficticio en una película de 2003, por enfrentarse al presidente de Estados Unidos (EU). Canadá “no se dejará intimidar”, dijo Trudeau, con lo que recibió fuertes aplausos. Ese sentimiento surge en todas partes.
En México, que parece listo para elegir el próximo fin de semana a su administración más antiestadounidense en una generación, podría llamarse el efecto AMLO, como se conoce a Andrés Manuel López Obrador, probablemente el próximo presidente del país. El secretario de Relaciones Exteriores de México calificó los campamentos de niños migrantes en la frontera de EU como “crueles e inhumanos”. Un portavoz francés dijo que EU tenía “valores de civilización” diferentes al resto de Occidente. Nadie pestañeó.
En todo el mundo, las condenas contra EU se convierten en una rutina. Gran parte de ellas se dirigen a Trump en específico. El año pasado, cuando EU se retiró del acuerdo de París sobre calentamiento global, Trudeau tuvo la precaución de criticar al “gobierno federal” de ese país.
“Las encuestadoras estadounidenses encuentran de manera habitual que una mayor parte del mundo confía más en China para defender la estabilidad global que en EU”.
Edward Luce
Parte del sentimiento antiestadounidense en la actualidad podría dirigirse hacia Trump. Algunas olas anteriores de críticas se relacionaron con la posición global del presidente. El último pico fue en el mandato de George W Bush, que se redujo con la elección de Barack Obama. Mientras que la impopularidad de Ronald Reagan a principios de la década de 1980 no dejó rastro después de la caída del Muro de Berlín.
Esta vez se siente diferente. Los primeros brotes del sentimiento antiestadounidense se alimentaron generalmente por las guerras, como la de Vietnam y la de Irak, o por el temor a un conflicto armado. Trump todavía no comienza una guerra, de hecho, lo eligieron sobre la promesa de que las evitaría. En ese aspecto se parece a Obama. Sin embargo, la posición de EU se desplomó desde que asumió la presidencia.
Pocos extranjeros descartan actualmente la victoria de Trump en 2016 como un accidente extraño. Entre muchos diplomáticos, la reelección del magnate ya es vista como algo seguro. Incluso si se equivocan —y hay una probabilidad al menos 50 a 50 de que así sea— el mundo cree que EU retiró el tapete de bienvenida. Tanto Reagan como Bush Junior se mostraron entusiastas de crear nuevos ciudadanos, mientras que Trump llamó “países de mierda” a las naciones africanas y usa palabras como “animales”, “infestar” y “criminales” cuando habla de Centroamérica. Casi todos los países tratan de aprovecharse de EU, según su narrativa.
Los migrantes quieren chupar su esencia. Estas son imágenes que no se borran por cuenta propia.
El sector liberal estadounidense apoya al resto del mundo en ese aspecto, lo cual solamente afianza la lealtad republicana. Se requirió que la hija de Trump, Ivanka, lo convenciera de “reunir a los niños extranjeros no acompañados” con sus padres. Pero la mayoría de los republicanos está del lado del presidente. Por primera vez en este siglo, hubo una fuerte caída en las solicitudes de visas para estudiantes en EU en 2017. Entre estas se encuentran las de China y la India, dos de los mayores proveedores de estudiantes extranjeros. Eso también es cierto para los musulmanes de casi todas partes. Bajo el gobierno de Bush y Reagan, la llegada de extranjeros siguió creciendo. El turismo, que también bajó, solía darle un seguimiento a la economía. La gente no perdió de vista el atractivo del país, incluso en épocas de fuerte desaprobación.
¿Qué pasa si ahora eso está roto? El mundo seguirá su marcha. Pero las generaciones más jóvenes crecerán con una imagen muy diferente de EU de la que hoy tienen su padres. La generación de europeos que recuerdan el Plan Marshall, que revivió a Europa en la era de la posguerra, o incluso sus consecuencias, está cayendo. Por el contrario, las partes del mundo que relacionan a China con la electricidad y los caminos pavimentados se mantienen en crecimiento. La iniciativa Belt and Road (Cinturón y Ruta de Seda) de China ahora se extiende a casi todos los continentes. Las encuestadoras estadounidenses encuentran de manera habitual que una mayor parte del mundo confía más en China para defender la estabilidad global que en Estados Unidos. Incluso en Alemania, que se encuentra entre los aliados más afines a los estadounidenses, el nivel de aprobación de Xi Jinping, el mandatario chino, es mucho más alto que el de Trump.
La fe en China podría resultar equivocada. Pero se ha vuelto ordinario expresarlo. Es probable que EU conserve la mayor parte de los estudiantes internacionales, sin embargo, si se convierte en un hábito negarles visas de trabajo y se desprecia a las “masas apiñadas”, el sentimiento antiestadounidense de los tiempos de paz durará más tiempo que Trump.