Una guerra inevitable

Donald Trump pone contra las cuerdas a la Unión Europea por dos razones: la exención de aranceles y el acuerdo nuclear con Irán.

“Se trata de quién perderá más. En ese punto, Trump será el ganador, y la contribución de la UE hará posible esa victoria”.
Wolfgang Münchau
Ciudad de México /

El pasado martes venció el plazo de la exención para los aranceles de Estados Unidos (EU) a las importaciones de acero y aluminio de la Unión Europea (UE). Ni Emmanuel Macron ni Angela Merkel pudieron convencer a Donald Trump para que abandonara las medidas proteccionistas durante sus visitas a Washington hace dos semanas.

Los líderes de Francia y Alemania tampoco convencieron a Trump sobre el otro tema que pesa sobre la relación entre los EU y la UE: su amenazas de retirarse del acuerdo nuclear con Irán.

La UE está unida por el acuerdo con Irán, pero la confrontación en torno a los aranceles pondrá a prueba su unidad. Lo que hace que el conflicto sea particularmente delicado es que Trump podría tener éxito al abrir una brecha entre Francia y Alemania.

Trump tiene problemas con los automóviles alemanes, pero no con el champán francés. El déficit comercial bilateral de EU con Francia en 2017 fue de 15,000 millones de dólares (mdd) en comparación con los 64,000 mdd con Alemania. A menudo escribo sobre el daño económico que provoca el superávit de 8% de Alemania. Pero ahora se está convirtiendo en un problema político para la UE.

Trump también planteó el problema de la falta de financiamiento del ejército alemán. El gobierno de coalición de la canciller Angela Merkel prometió aumentar el gasto de la Bundeswehr (Defensa Federal en Alemania) de 1.2 a 1.3%, muy por debajo del objetivo de gasto de 2% que acordaron los miembros de la OTAN.

La prioridad fiscal del gobierno alemán no es aumentar el gasto de defensa, sino mantener el superávit fiscal. Por tanto, el compromiso de gasto de 2% es una mentira política.

El superávit en cuenta corriente y el incumplimiento del compromiso del gasto de defensa de la OTAN se relacionan de dos formas. En primer lugar, un mayor gasto en defensa reduce el superávit en cuenta corriente directamente al aumentar el déficit fiscal. En segundo lugar, estos desagradables gemelos hacen que la UE dependa demasiado del resto del mundo.

La UE necesita a los EU para su defensa y al resto del mundo para absorber su superávit en cuenta corriente. Por tanto, el excedente es una sandez estratégica. Surgió del manejo de la crisis financiera de la UE, que resolvió al eliminar el déficit en cuenta corriente en todos los países que se encontraban en dificultades económicas.

Es una desgracia que la UE se tenga que enfrentar a un presidente estadounidense que no tolerará estas actitudes de empobrecimiento del vecino. Lo hace por las razones equivocadas, pero atrapó a la UE en su momento más vulnerable.

Tenemos que admitir que Merkel al menos reconoce la necesidad de que Alemania pague su parte en materia de seguridad. Ya dijo anteriormente que la UE necesita ser más autosuficiente en su política de defensa, y al ser dos veces canciller reiteró ese punto. Su problema es que no está en posición de cumplirlo.

La única alianza política en Alemania con la esperanza de coincidir con el objetivo de gasto de defensa de la OTAN sería llegar a un acuerdo entre el bloque de los dos partidos conservadores alemanes, la Unión Demócrata Cristiana de Alemania y la Unión Socialcristiana de Baviera, y el Partido Liberal Democrático. Sin embargo, no son mayoría. En la propia Alemania, no hay apoyo popular para un cambio tan grande en las prioridades del gasto.

Aunque Merkel entiende las razones de Trump en cuanto a la OTAN, no entiende qué tiene de malo el gran superávit en cuenta corriente. Le mostró al presidente estadounidense las estadísticas que demuestran que el número de automóviles exportados por los fabricantes alemanes desde EU al resto del mundo es mayor que el número de automóviles que EU importa de Alemania. El parámetro real es el superávit comercial, y este es real. No es el resultado de prácticas comerciales desleales por parte de Alemania o la UE, sino de un profundo desequilibrio financiero inferior.

Trump se equivoca al enfocarse específicamente en los automóviles alemanes. Parece que está obsesionado con ellos. Por mucho, la forma más sana de corregir el desequilibrio sería que la zona euro se reformara a sí misma.

Merkel debería estar de acuerdo con la agenda de la reforma de la eurozona de Macron como primer paso para una unión política plena. Ahora ella tiene una razón y una historia que contar. Pero las señales de Berlín son lo opuesto. Merkel dijo que estaría de acuerdo con un presupuesto pequeño de la eurozona con el objetivo específico de impulsar la competitividad, en otras palabras, las reformas deben aumentar aún más el superávit de cuenta corriente.

Es verdad que una guerra comercial es la forma menos eficiente de abordar estos desequilibrios. Pero también es verdad que se rechazaron todas las alternativas. Y además, el impacto en el Producto Interno Bruto en el mundo no será el parámetro que evaluará el resultado de esta guerra comercial. Se trata de quién perderá más. En ese punto, Trump será el ganador, y la contribución de la UE hará posible esa victoria.


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