Por: Guillermo M. Cejudo
Ilustración: Fabricio Vanden Broeck, cortesía de Nexos
Las tensiones en el federalismo mexicano no son nuevas. Desde antes del arranque de esta administración federal, los gobiernos estatales comenzaron a resentir los nombramientos de “superdelegados”; en algunas entidades, las primeras decisiones legislativas encontraron resistencias por lo que implicaban en términos del equilibrio entre la Federación y los estados en materia de seguridad (por la Guardia Nacional) y educación (por la reforma educativa). Algunos gobiernos estatales comenzaron a formar alianzas en materia económica (como la Alianza Centro-Bajío-Occidente), o de seguridad (como el convenio de colaboración firmado en el verano de 2019 entre los gobernadores de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas para enfrentar las crisis migratoria y de seguridad). Y, como desde hace lustros, el pleito por el dinero había enfrentado directamente a los gobiernos estatales —destacadamente el de Chihuahua encabezado por Javier Corral— con el gobierno federal.