Por: Eduardo Torre Cantalapiedra
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Las caravanas han constituido una forma de movilidad o tránsito migratorio en la que conjuntos amplios de migrantes —cada uno de ellos con sus propios objetivos migratorios— se reúnen para marchar juntos hacia el norte de manera relativamente segura: hay acompañamiento masivo y no se excluye a las personas de más bajos recursos, la manera de transitar es caminando y mediante aventones y se pernocta en albergues, iglesias, calles, plazas, entre otros. Además, ha sido habitual que reciban el apoyo solidario y el acompañamiento de miembros de organizaciones de la sociedad civil y de la ciudadanía. En este sentido, estas marchas son herederas de los tránsitos migratorios de centroamericanos, particularmente los hondureños, que atravesaron el territorio mexicano con pocos recursos económicos o sin ellos, empleando un conjunto diverso de estrategias para alcanzar sus objetivos migratorios: seleccionar determinadas rutas y medios de transporte, acudir a los albergues y a los servicios de la red de solidaridad con los migrantes, entre otros.