Por: Emilio M. Tejeda
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Uno de los atajos hacia la convivencia es la dinámica pública que asegure la seguridad vial. En una ciudad que se ha arrastrado con la inercia de la vida sobre ruedas, una prioridad es que la calle no represente una amenaza más a la seguridad. Dinámica pública, en lugar solamente de política pública, porque la seguridad vial no es una responsabilidad que deba dejarse a expensas de las decisiones del gobierno. La ciudadanía, en todos sus niveles, tiene la tarea de trabajar sin el individualismo que caracteriza al frenesí detrás del volante.
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