Por: Azael Joshue Mateo Mendoza, Jesús David Aban Tamayo y Lorenzo León Robles
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Por supuesto, la mayoría del país no gana lo suficiente para mantener siempre una vida digna. Pero sin una línea de partida, el objetivo además de lejano es difuso. El EIM permite a cualquiera discriminar entre aquellos que pagan a sus trabajadores algo digno o no. Es la voz de toda una sociedad que se permite declarar sus aspiraciones y sueños. Que, como primer paso, en un monto le pone un piso a lo que llama “el mínimo”. Este nuevo estándar es una nueva herramienta de crítica. El día de su presentación pública, comentarios en Twitter lo criticaban diciendo “Pero ¿qué se creen? ¡Esto no es Dubái!”. Muchos se limitarán a entenderlo como inalcanzable, como un sueño. Pero ése es exactamente el potencial del EIM: es el sueño de un país por mejorar. Por definir cuánto cuesta exactamente lo más mínimo de su sueño.