Cuando los ciudadanos se vuelven enemigos

Las fuerzas de seguridad de los tres ámbitos tienen una larga tradición de violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, la militarización de la seguridad pública a partir de 2006 agravó el problema.

No hay posterior investigación por parte de autoridades civiles o externas.
Nexos
Ciudad de México /

Por: Catalina Pérez Correa

Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos

En una democracia constitucional, cada uso de la fuerza letal por parte del Estado tendría una investigación independiente que permitiera evaluar su legalidad. Una indagatoria así permite esclarecer la proporcionalidad y necesidad del uso de la fuerza letal. Permite saber cuestiones básicas sobre el uso de la fuerza como cuántas personas estuvieron involucradas, dónde sucedió el evento, cuántos disparos hubo, si fueron de ambas partes, de dónde provinieron los disparos, dónde se recibieron, a qué distancia se disparó, si hay elementos que apunten a un uso legítimo y proporcionado de la fuerza letal o bien a una ejecución extrajudicial. Sin embargo, esto no suele suceder en México. Cuando hay un enfrentamiento en que participan las Fuerzas Armadas —a veces con policías civiles estatales o municipales— hay un saldo de muchas personas muertas de un lado, con pocos (o ningún) herido o detenido. La autoridad ministerial rara vez llega. La institución que participó en el enfrentamiento —normalmente el Ejército— es quien asegura el lugar de los hechos y evalúa la legalidad del uso de la fuerza.

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