Por: Sergio A. Bárcena Juárez, Edwin Atilano Robles y Julio Téllez del Río
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
En México, el financiamiento de las campañas políticas se sustenta en fondos públicos y se somete a un escrutinio riguroso. El Instituto Nacional Electoral (INE) supervisa los ingresos y gastos de los partidos y candidatos. Durante las elecciones para la Cámara de Diputados, los candidatos compiten en diversos distritos y emplean una variedad de recursos financieros y estrategias para atraer a los votantes usando el presupuesto que les es asignado primero por la autoridad electoral, y posteriormente por los liderazgos de sus partidos. Conforme nuestro país se distancia de su pasado político hegemónico, la profesionalización de las campañas se ha vuelto un asunto esencial, que puede marcar la diferencia entre el éxito y la derrota en una elección. Los datos históricos de los últimos veinte años muestran que la competencia se ha vuelto cada vez más intensa, con una tendencia a la reducción de márgenes entre ganadores y perdedores. Esto ha requerido que candidatos y partidos optimicen el uso de sus recursos y desarrollen campañas políticas más sofisticadas.
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