Por: David Arellano Gault
Ilustración: Raquel Moreno, cortesía de Nexos
La Línea 12 cambió varias veces su trazo y lógica respecto a lo definido en el Plan Maestro para ajustarse a diversas relaciones y alianzas políticas coyunturales. Las fechas de su realización también fueron ajustadas a los tiempos electorales. Esto no sólo se refiere a la prisa para terminar antes de que acabara el sexenio, sino incluso a decisiones como la del cambio apresurado de una línea subterránea a una con 15 kilómetros de tren superficial. Ya reducido a la operación, el STC prácticamente sale de la ecuación y, al mismo tiempo, comienza una carrera inversa para expedir decretos que crean instancias legales y les entrega —ahora atomizadas— diversas facultades del STC. Ante esta improvisada lógica de gobernanza y organización, se decidió construir una compleja línea del metro a través de un modelo basado en decenas de contratos implementados por diferentes proveedores. Hasta ese momento, ese modelo no había sido probado.