Por: Omar Cervantes, Itzel Sosa-Argáez y Aramis Olivos Ortiz
Fotografía: Omar Cervantes, cortesía de Nexos
Además de brindar protección al territorio, las dunas albergan altos niveles de biodiversidad que proporcionan beneficios importantes a la sociedad. A esto se le conoce como servicios ambientales y culturales que, en el caso de las dunas, incluyen aspectos tales como la cubierta vegetal que albergan especies comestibles que forman parte del patrimonio alimentario regional de las costas de Colima. Esto genera una relación estrecha entre la naturaleza y las personas, generando identidad a través de paisajes, usos y costumbres por medio de técnicas de recolección y conservación de plantas como las nopaleras, que además son fuente de vitamina C, minerales (calcio y potasio), proteínas, fibra dietética que mejora la digestión, fitoquímicos que ayudan a controlar los índices glucémicos en la sangre y que tienen propiedades anti cancerígenas. Estas nopaleras visten las playas rurales y semiurbanas, actuando como cercos vivos y protección de las dunas secundarias, coronadas por el rojo carmesí de la pitahia o tuna roja que, en temporada, iluminan el acceso a la playa, pretexto ideal para su recolección en el paseo dominical familiar como parte de las tradiciones costeras alimentarias de esta franja del Pacífico colimense.