Por: Antonio Villalpando Acuña
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Hay en el mundo una pulsión común que está alimentando el asalto a la democracia liberal, la cual se ha acelerado en los últimos siete años. Las democracias liberales no están desapareciendo: se están degradando. Al menos por ahora, el porcentaje de regímenes a nivel mundial que pueden clasificarse como democracias en el sentido más amplio no ha sufrido cambios importantes desde el inicio del siglo XXI. Desde mediados de la década de 1990, en el mundo hay más democracias que autocracias. El problema es que, desde 2013, varias democracias liberales se han degradado a democracias electorales, es decir, tienen elecciones relativamente libres, pero se han ido retirando de a poco algunos derechos civiles y políticos, se ha erosionado la separación de poderes y, en los casos extremos, el respeto a los derechos humanos se ha dejado en visto.