Por: Malcolm Beith
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Uno supone que cuestionar la narrativa del gobierno estadunidense —una narrativa que pinta a México como un país completamente infectado por la corrupción y por la violencia del crimen organizado— en el curso de esas deliberaciones habría requerido de valentía y determinación. A diferencia de otros narcotraficantes —la gente que García Luna ayudó en algunos casos a encarcelar; la gente que ahora testificaba en su contra—, el acusado no parece tener muchas cartas que jugar para buscar una sentencia reducida. Al fin y al cabo, las autoridades estadunidenses suelen usar el testimonio de criminales convictos para fortalecer casos contra criminales aún más importantes, y resulta difícil imaginar a un criminal más importante que un antiguo secretario de Seguridad Pública —pero si algo hemos aprendido durante el juicio de Genaro García Luna es que a veces la imaginación se queda corta.