Por: Rafael Alonso Hernández López y José Pablo Mora Gómez
Ilustración: David Peón, cortesía de Nexos
En diciembre de 2022 se cumplieron dos años de operación de unos de los proyectos de asistencia humanitaria más grandes que han surgido en el país en la última década. Se trata de un albergue que tiene la particularidad de ser el primer centro diseñado y construido con apoyo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para la Atención a Refugiados (ACNUR) para atender y acompañar de manera prioritaria a personas refugiadas o solicitantes del reconocimiento de esta condición que llegan a la ciudad de Tapachula, Chiapas. Opera con un modelo que busca establecer trabajo colaborativo con actores locales, nacionales e internacionales (públicos y privados) que tienen presencia en el sur de México y otras regiones del país y que convergen en la atención y prestación de servicios especializados a las poblaciones refugiadas. El albergue cuenta con una capacidad instalada de 256 camas distribuidas en módulos para acoger a hombres, mujeres, familias, niñas, niños y adolescentes, personas de la comunidad LGBTTTIQ+. Ofrece servicios de alimentación, higiene, atención médica, asesorías jurídicas y psicológicas, una escuelita para niñas, niños y adolescentes mientras sus familiares trabajan o están realizando trámites migratorios o de protección internacional. Como parte de una estrategia de sostenibilidad y trabajo con la comunidad, han desarrollado un huerto con plantas medicinales y hortalizas (cilantro, espinaca guía, malanga, yuca, tomatillo, pepino, chile jalapeño, serrano y habanero, piña, plátano macho y guineo y calabaza) y una granja de 7500 m² para el pastoreo de gallina, cuya producción de alimentos se destinará al albergue y a una cooperativa local. Con dicho proyecto se ha beneficiado a 115 personas refugiadas que reciben becas económicas por su colaboración en el huerto, mientras están a la espera de la resolución de sus trámites o en el proceso de desarrollo de su plan de vida.