Por: Jorge E. Linares
Ilustración: Cam de la Fu, cortesía de Nexos
Todos los problemas biomédicos son, a la vez, socioambientales, y estos repercuten en la salud. La vida humana tiene valor en comunidad, y en relación equilibrada con los ecosistemas de los que depende; la salud de nuestra especie no es sustentable sin la salud de todo el planeta, como afirmaba Potter. La preservación de los ecosistemas y la calidad mínima de vida para toda la humanidad son los fines de la bioética global; sólo podemos alcanzar una supervivencia con calidad de vida aceptable si mejoramos la “salud” ecológica. Necesitamos recuperar una relación simbiótica con la tierra. Potter planteó que una bioética global debía atender los problemas que en ese momento consideraba cruciales: detener la sobrepoblación mundial, legalizar el aborto y la eutanasia, evitar conflictos bélicos (que hoy vuelven a estallar), reducir la contaminación acelerada (hoy agravada por el cambio climático), la pobreza y la creciente desigualdad socioeconómica mundial.