La provocación permanente

Después de más de cuatro años de escuchar al presidente de la República insultar a sus críticos y adversarios debería estar acostumbrada a que el jefe del Ejecutivo se comporte de manera totalmente inapropiada para el cargo que ostenta.

El presidente afirma de manera contundente que tiene autoridad moral. | Ricardo Figueroa
Nexos
Ciudad de México /

Por: Soledad Loaeza

Ilustración: Ricardo Figueroa, cortesía de Nexos

La descuidada descalificación de instituciones no se refiere a entes abstractos, sino al trabajo, a la dedicación, muchas veces de años, de personas honestas que decidieron trabajar para ganarse la vida. ¿Con qué derecho Andrés Manuel López Obrador descarta sus esfuerzos, su carrera, toda una trayectoria de vida con un comentario sarcástico, medio irónico, nada gracioso? ¿Qué sienten, qué piensan los hijos de las personas que llevan años trabajando en una institución de la que se burla el presidente de la República, la ridiculiza y la acusa de ser un nido de corruptos? ¿Cómo ven a sus papás que todas las mañanas salen a trabajar a ese pozo de inmundicias que preside López Obrador? ¿Cómo valoran el trabajo? ¿Cómo ven el país en el que nacieron si el hombre más poderoso de México les dice que todo es corrupción? ¿Qué pensamos de una persona que a todas las preguntas que se le hacen, sobre diferentes y diversos temas, responde exactamente lo mismo? Cada mañanera es un ejercicio brutal de poder, López Obrador las disfruta como si fueran churros con chocolate porque puede decir lo que le venga en gana, sin ningún cuidado ni más apoyo que su palabra, porque puede acusar sin pruebas, denunciar, ridiculizar a los que no piensan como él y porque ofende y humilla a diestra y siniestra en televisión nacional.

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