Por: Akim Erives
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
El cuidado puede expandirse del ámbito privado al que ha sido tradicionalmente relegado y crecer hacia el ámbito público y comunitario en el sentido en que genera “vínculos que sostienen allá donde todo parece desmoronarse”. Según Teresa Wiseman, uno de los requisitos principales para desarrollar la empatía es la capacidad de identificación con el otro. Este proceso ocurre cuando las partes encuentran un elemento de sí mismas que se asemeja a lo que ambas han vivido. Es gracias al poder de la empatía que, a pesar de que nadie ha vivido lo mismo que alguien más en un sentido literal y encarnado, somos capaces de hacer un esfuerzo imaginativo por comprenderlo. La imaginación ética es, pues, algo que podemos desarrollar con la finalidad de pensar en futuros mejores y en mejores versiones de nosotros mismos. Lo importante no es que la experiencia concreta sea idéntica, sino que el sentimiento sea similar. A decir de Byung-Chul Han, un sentimiento, a diferencia de una emoción, es un sentir que puede compartirse a partir de una colectividad y que no es reactivo sino reflexivo. Este es el punto de partida en el que el proceso de identificación se lleva a cabo para crear vínculos generados por la sensación de saberse escuchado y acogido por el otro.