Por Simoneta Negrete Yankelevich
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
México es centro de origen y diversificación del maíz, cultivo eje de la milpa, pero también de tomates, diferentes tipos de maíz, chiles, calabazas y muchos otros cultivos que se domesticaron en asociación, y es en nuestro territorio donde se conserva su diversidad genética original. Se trata de un banco genético vivo con el que cuenta el mundo, para poder enfrentar la producción de alimentos en un futuro incierto. Todas las variedades superproductivas o resistentes a sequías desarrolladas en campos experimentales fueron creadas partiendo de la diversidad genética resguardada en ese banco vivo, que mantienen los pequeños productores. Entonces, regresando a la elección de las tortillas que comemos a diario, ¿sabemos de dónde vienen y de qué variedad es su maíz? ¿Será tuxpeño o chapalote? Es triste, porque probablemente sepamos más sobre la uva del vino que bebemos que sobre el maíz que comemos. Ante este desinterés de parte de los consumidores, el mercado de la tortilla sólo favorece la producción masiva, monovarietal, y de precios cada vez más bajos. Lo anterior orilla a los pequeños productores a competir en un mercado que está afectando su calidad de vida, erosionando las tierras y destruyendo el acervo genético del país.
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