Por: Dulce María Lomelí e Ignacio Ruelas Ávila
Ilustración: Gonzalo Tassier, cortesía de Nexos
A propósito de esta emergencia se sospecha, con cierto respaldo en la evidencia, que las empresas tienen un fuerte incentivo para incursionar cada vez más en la automatización de tareas en los centros de trabajo. “Los robots no se contagian”, se dice. La intuición es que, derivado de los riesgos de contagio y de la necesidad de acelerar la producción y de optimizar procesos y recursos, las empresas opten por adoptar cambios tecnológicos acelerados muy pronto. La justificación es que los robots pueden desempeñar tareas de contacto intensivo, sin el riesgo que esto representaría para los seres humanos. La evidencia reciente respalda que la incertidumbre laboral puede estimular la automatización en al menos dos sentidos: para procurar el distanciamiento social y para reactivar la economía vía la demanda agregada. Es de esperarse que esto tenga implicaciones importantes no sólo en el mundo laboral, sino también en el sistema educativo.