Por: Christian Martínez Olivera
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
En el caso de México, país en eternas vías del desarrollo, la búsqueda de soluciones para mitigar el impacto económico del COVID-19 se ha empañado con exigencias de una clase empresarial acostumbrada a rescates a modo por parte del Estado. Ante la actual crisis, el CCE, el Consejo Coordinador Empresarial, argumenta que no piden mayor deuda para el país, sino un apoyo en la liquidez y mayor flexibilidad para pago de impuestos, con la intención de mantener empleos y salarios. Sin embargo, sin demanda global ni mercado interno y ante una inminente recesión que terminará por desencadenar recortes de personal, ¿cuál es el sentido de inyectar recursos a las empresas de forma apresurada? Además, dentro de sus propuestas incluyen diferir las obligaciones fiscales de corto plazo por un periodo concreto, incrementar la deuda en un rango de 0.5 % a 5 % del PIB y homologar la definición de sectores esenciales con EEUU y Canadá.