Por: Guillermo Castillo Ramírez
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Con el inicio y desarrollo del nuevo siglo, y como lo han documentado Conapo y ACNUR, las migraciones “irregularizadas” de poblaciones del NC continuaron e incrementaron su tamaño a decenas de miles anualmente, y su destino principal ha sido y sigue siendo Estados Unidos; estas migraciones del NC, además de guatemaltecos y salvadoreños, también se componen de hondureños. Las motivaciones de estos migrantes para salir de sus países tienen que ver con el deterioro de la situación económica —aumento de la pobreza, falta de empleo y salarios insuficientes—, resultado de la implantación del neoliberalismo en la región. Pero también, y desde hace años, estos migrantes huyen de condiciones de violencia (intrafamiliar y de las pandillas), y de los efectos y estragos derivados de fenómenos naturales (como el huracán Stan en 2005, y más recientemente Eta e Iota en 2020). Para las poblaciones del NC la migración “irregularizada” ha sido y es una estrategia para intentar mejorar sus condiciones de vida. Las caravanas migrantes de fines de la década pasada (2018 y 2019) fueron una expresión de la capacidad de acción de los migrantes, y de sus estrategias temporales y coyunturales de tener un tránsito con menos riesgos y vulnerabilidad.