Por: Ernesto Antonio Zarco Ortiz
Ilustración: David Peón, cortesía de Nexos
Uno de los acuerdos firmados en la cumbre tiene como objetivo la creación de un “Centro de Atención al Solicitante” de refugio de los Estados Unidos, el cual, dicen, estará en algún lugar —no definido aún— en la frontera sur de México. Por un lado, este centro representa la extensión del borde fronterizo de Estados Unidos con México y perpetúa la idea de que la república mexicana es un muro más para miles de migrantes que desean llegar a EE. UU, recreando al país como un contenedor de cuerpos expulsados y castigados, reforzado desde el programa estadunidense “Quédate en México” y la institución-extensión del “Título 42”. Contar con dicho centro en la frontera sur de México trae consigo problemas, especialmente para el territorio que lo albergará y también para la población migrante. Un espacio de este tipo, en una región que ha demostrado que no se da abasto para la atención de la población migrante, con una historia de pobreza, olvido y rezago parece ser más una estrategia de contención que una oportunidad para facilitar los procesos migratorios; tal vez sea un proceso que beneficie a Estados Unidos, pero que sinceramente no coadyuvará en las condiciones de migración segura, ordenada y sobre todo humana en México.