Por: Rodolfo de la Torre
Ilustración: Ricardo Figueroa, cortesía de Nexos
La nueva pobreza afecta desproporcionadamente a personas de ingresos intermedios. Un cálculo propio estima que el 44.5 % de las personas ocupadas del tercer quintil de ingresos derivados del trabajo están pasando a las filas de la pobreza laboral. Sin embargo, los efectos se extienden a los ocupados de los estratos de más altos ingresos que están perdiendo su empleo o viendo caer sus remuneraciones al deprimirse el mercado de trabajo. Estas circunstancias anticipan una baja o nula efectividad de los aumentos en el salario mínimo para reiniciar en el corto plazo una movilidad laboral que reduzca la pobreza. Ante el incremento de la pobreza persistente y la caída en tal condición de nuevos grupos es imperativo intervenir, no sólo por las consecuencias de bienestar de corto plazo, sino también por los efectos irreversibles que se pueden tener sobre las futuras generaciones.