Por: Claudio Lomnitz
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Importa reconocer que el “no somos iguales” se ha transformado también en un gesto legitimador del gobierno. Y es que en México hay una persona que se ha erigido en el menos igual que todos, o quizá en el primer desigual, que es el encargado de “barrer la escalera de arriba para abajo”. Como el presidente es el más diferente de todo lo que había antes, cualquier cosa que él haga se alza por encima de la crítica, precisamente por su supuesta inconmensurabilidad con el pasado. Nada de lo que haga el presidente tiene un punto de comparación con los anteriores, a no ser con Juárez o algún otro prócer muy cuidadosamente seleccionado.
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