Por: Mario Hernández Arriaga
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Para los alumnos de educación básica que provienen de familias menos favorecidas, en términos económicos, las profesoras y los profesores son el único puente de acceso a los conocimientos que ofrece la escuela pública, más allá de los libros de texto gratuitos y otros insumos impresos que el Estado mexicano provee en aras de cumplir con los ideales del artículo tercero constitucional. La presencia de las y los maestros dentro del salón de clases motiva, aunque a veces obliga, a pasar lectura sobre los textos, reflexionar acerca de su contenido, a disipar dudas que difícilmente los padres y madres —por su escolaridad— pueden realizar en casa, entre otras acciones. En este sentido, hay una firme convicción de que el capital humano, el profesional, y la interacción armónica entre docentes y estudiantes contribuyen a un mejor rendimiento académico que otros medios. No sólo esa promoción, también por ser insustituible es una pilastra más para garantizar la equidad y la formación integral de las y los alumnos.