Por: Loraine Morales Pino
Ilustración: Raquel Moreno, cortesía de Nexos
Según el Índice de Pasaportes Henley, en el año 2022 Cuba ocupaba el puesto 80 a nivel global, lo cual indica que para viajar la gran mayoría de países les solicitan a los cubanos tener una visa. En este sentido, la actual crisis migratoria comenzó luego de que el gobierno de Daniel Ortega, en Nicaragua, anunciara el 22 de noviembre de 2021 la apertura de la frontera aérea con Cuba mediante el libre visado. No obstante las cifras alcanzadas responden, además de las condiciones históricas, estructurales y culturales, a un recrudecimiento de las condiciones socioeconómicas, una crisis social debido al manejo ineficiente de la pandemia, al lanzamiento del tema de música urbana Patria y Vida que gestó todo un movimiento social espontáneo y desarticulado que tuvo su estallido el 11 de julio de dicho año (también conocido como 11J), y las consecuentes violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno contra los manifestantes, activistas, opositores y periodistas independientes. Ante un panorama de violencia sistémica y su visibilización a través de las redes sociales, inflación y degradación de las condiciones de vida la población optó por migrar. Los destinos son múltiples, pero como mayor receptor se ratifica Estados Unidos. Un proceso migratorio irregular que tuvo un cambio de ruta —ya no por mar sino utilizando el corredor centroamericano— caracterizado por la contratación de guías o coyotes y que apuesta por la clandestinidad.