Por: Francisco Serratos
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
La solución a la crisis climática, por lo tanto, no es tecnológica si, para materializarse, opera bajo los mismos mecanismos extractivistas de la minería y los combustibles fósiles. Cuando lo hace, como en el caso del litio, en realidad no intenta cambiar las condiciones históricas que nos han arrastrado hasta aquí; al contrario, las perpetúa con la promesa de un crecimiento y desarrollo que, en algún momento, tal vez demasiado tarde, nos alcance a todos. Más aún, intenta perpetuar un pensamiento común en todos los polutócratas, desde los lords de la revolución científica e industrial hasta los emprendedores del algoritmo: que la naturaleza puede domeñarse, mejorarse y alterarse a voluntad y para lograrlo lo único que hace falta es una máquina cuyo impacto negativo hipotético siempre se puede resolver con otra máquina.